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DE NUEVO, JUAN GIL-ALBERT

Como quise mucho Juan Gil-Albert (1904-1994) que sobre ser amigo muy cercano fue un amigo-maestro, y teniendo en cuenta que Gil-Albert, tras tanto exilio interior y un exilio de falso éxito provinciano en Valencia, es autor que aún no ocupa el lugar alto que debe en nuestra literatura, todo retorno suyo me alegra especialmente. A él no le desagradaba posiblemente un cierto quedar de lado -se acostumbró, aunque sabía su altura- pero ciertamente no lo merece. Yo he ido haciendo algún prólogo a reediciones de obras señeras suyas en editoriales modestas, como uno a “Valentín” en Paréntesis Editorial -Sevilla- a fines de 2010, pero ahora Renacimiento nos brinda de la mano de Claudia Simón -pariente del autor imagino, hija de su primo el poeta César Simón- una pequeña y sabrosa colección de pensamientos en su gran mayoría inéditos, titulados “Un arte de vivir”. Ahora que se han vuelto a poner de moda los aforismos, conviene recordar que la escritura breve del “pensamiento” puede acercarse o no al aforismo (puede tener dos páginas) en tanto que necesariamente el “aforismo” es un concentrado. Gil-Albert desde sus años de exilio en México -años 40- redactó estos pensamientos, breves o más amplios, que mucho más tarde publicó con el título de “Juicios de un indolente” o ya más ampliamente como “Cantos rodados” y que recogió, muy hacia el fin, en los dos ricos tomos de “Breviarium vitae”. Estos pensamientos de “Un arte de vivir” son como he dicho muy mayoritariamente inéditos, sacados de papeles manuscritos (Gil-Albert tenía una letra bella y difícil)  y sólo muy pocos variaciones de textos ya éditos. Juan reflexiona aquí con su rica, sápida, prosa sobre todo lo que le incumbía, desde el paisaje hasta los mil temas de España ( incluido el orbe franquista que vivió de pleno), la homosexualidad, o la literatura, la poesía, el saber, los amigos, cuanto era su vida… El libro que diríamos de fragmentos –pensamientos varios- es magnífico, en el clima de sus textos ya conocidos, y apunta siempre a la altura. Español razonador y elegante, desdeñador de la plebe (por cultura, no por clase social) en Gil-Albert hay un continuo llamado a la excelencia en todos los terrenos que hoy nos cuadra mejor que bien. Lo recomiendo: “Nada me es extraño, pero todo me extraña.” (…)”pero el vulgo que cada día se extiende a capas más amplias y más altas de la sociedad” -escrito hacia 1950, qué diría hoy- (…) “Ante una materialidad tan feroz como es la vida, se pasma uno de lo que han sabido hacer de ella algunos hombres de excepción: una claridad infinita.” O : “Creerse importante es ser, todavía,infantil.”(…) “El mundo de las relaciones humanas es un constante vaivén imprevisible, lleno de sorpresas encantadoras y de desgarradores vaticinios”. (…) “Los dogmáticos legislan; los rebeldes,viven”.  Para muestra de tanta altura…¡Gran Gil-Albert!  


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