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¿NUEVA CRUZADA?

(Este artículo se ha publicado el viernes en los periódicos del grupo Promecal)

Lejos de la idea (sumamente ingenua) que produjo el rótulo “primaveras árabes”, Occidente ve, con creciente temor, que el amplio mundo musulmán se mueve hoy entre dictaduras de viejo cuño, como Egipto, donde la paz se mantiene policialmente, o estados en descomposición y  guerra, como Siria, Irak o Libia, que tiene dos gobiernos y probablemente varias banderías más. En ese caos criminal no será difícil que incluso se eche de menos a un dictadorzuelo loco como Gadhafi… El llamado Estado de Irak y Levante, feroz en su barbarie, ocupa en estos momentos parte de Irak y de Siria  (Líbano y Jordania están ya seriamente amenazadas) y tiene ramificaciones en grupos afines de Somalia, el norte de Mali y Nigeria. Este grupo, que esgrime como seña de identidad una férrea ortodoxia islámica, y unas prácticas medievales de crimen y tortura hacia cualquier entidad ajena, es el resultado oscuro y malo de la sed de venganza contra Occidente, latente desde el fin de las etapas coloniales. Persiguiendo terriblemente a la minoría cristiana de Oriente Medio, tratan de parecer una guerra de religión, cuando no hay sino sed de venganza y atraso al buscar como identidad un Islam integrista, parado ideológicamente en la Edad Media. Como, además, el Estado de Irak y Levante se nutre de no pocos yihadistas que vienen de Gran Bretaña, Francia o España  -de nuevo un fenómeno de llamada en absurdas búsquedas identitarias  y en la venganza- EEUU ha propuesto una gran coalición internacional (en la que ha de haber países musulmanes, así sea nada más que simbólicamente)  que atacaría frontalmente a los salvajes guerreros fanáticos, separados de Al-Qaeda por considerarla demasiado “tibia”.  A esa coalición, que no será del todo fácil organizar, algunos la llaman Nueva Cruzada.

El término  “Cruzada” no despierta buenos recuerdos en muchos y evoca    –con la cruz- a aquellos intentos medievales de recuperar los Santos Lugares en manos del Islam. Las Cruzadas fueron mucho más que guerras de religión, pero en efecto enfrentaban a la Cruz con la Media Luna. En tal sentido,  el nombre de “Cruzada” no es el apropiado para una guerra (que ya existe y que continuará) donde es al fin la libertad lo que está en juego. Occidente –con respeto a toda religión pero sin la bandera de ninguna- no puede sino defender los ilustrados “derechos del hombre” (el gran logro de la Revolución Francesa) frente al delirante fanatismo integrista de unas gentes brutales que en nombre de la religión asesinan y degüellan delante de una cámara a quienes no creen.  No debe haber, pues, guerra de religión ninguna, sino una coalición que defiende la plural libertad democrática frente al fanatismo asesino. Pero guerra habrá. La hay ya, y sólo pierden las gentes de la calle…


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