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EL GRAN LIBRO DEL DANDISMO

(Este artículo se ha publicado en El Cultural).

Honoré de Balzac, Charles Baudelaire, Jules Barbey d’Aurevilly. Prólogo Alan Pauls. Trad. Jorge Salvetti y Luciana Bata. Mardulce, Madrid, 2015. 352 págs.

Este es un tomo de procedencia argentina, traducido y prologado allá hace un par de años y que ahora llega a España. Nada más normal si este mismo tomo no existiera entre nosotros (por partida doble) desde hace treinta años. Claro, es bueno para nuevos lectores hallar el “corpus” fundacional de la teoría de los dandis, pero en 1975 Anagrama y Felmar publicaron casi lo mismo, con prólogo de Salvador Clotas, breve, o mío el de Felmar (recogido después en “Corsarios de guante amarillo”). ¿Porqué recurrir al tomo argentino? Alan Pauls hace lo que pretendimos nosotros: interpretar el amplio fenómeno dandi desde hoy. El librito de Balzac, “Tratado de la vida elegante” –obra juvenil- es quizás el menos dandi, pero apunta. Baudelaire no escribió un libro sobre el dandismo (aunque lo tuvo en mente) de forma que hay que sacar algo del conjunto de escritos que reunió con el título de “El pintor de la vida moderna”. Aquí es donde  varían los editores, desde el texto llamado “El dandi” hasta “Elogio del maquillaje” o ambos. Con todo el texto fundamental es el de Barbey que repasa y reflexiona la vida del protodandi, George Brummell y otros cercanos a partir de la biografía inglesa del capitán Jesse. El texto de Barbey es el gran inicio de todo lo que se hablaría del dandismo desde finales del XIX hasta hoy mismo. ¿No fue Andy Warhol un dandi distinto? ¿No lo fue Dalí? Que el dandismo interesa a la juventud actual es evidente, hace apenas dos años Capitán Swing publicó un libro de escritos dandis -asimismo con prólogo mío- con el título de “Prodigiosos mirmidones. Antología y apología del dandismo”, mucho más amplio en contenidos y arco temporal que el libro que comento.

Una sociedad gregarizada y globalizada ve en el dandismo la salvación de lo individual extremo. Como ya vio Barbey, el más lúcido,  hablando de disidencia. Pero es inolvidable la frase de Baudelaire: “El dandismo es el último destello del sol poniente en las decadencias”, porque de ahí bebió todo el “fin de siècle” y acaso se puede seguir bebiendo. El dandismo es siempre una rebelión, que usa el gesto y la vestimenta, por eso se escapa un poco Balzac que aún no distingue bien (como pasará en parte del siglo XX) entre dandismo y elegancia, que no son en absoluto lo mismo, aunque puedan rozarse con significados distintos. El dandismo no se cierra con los textos de “El gran libro del dandismo”, al contrario, ahí se abre todo y el camino por delante  (de Wilde a David Bowie) es inmenso pero hay que partir de la idea fundacional y está claro que hay un público nuevo que la busca, porque forma parte de la vida moderna, incluido el “dirty chic”. La  rareza o despiste del editor es ¿porqué ha buscado en Argentina lo que tenía en España y bien? Reeditar los textos sí es un logro y hasta una necesidad.


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