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CONOCER A EMMY HENNINGS

Hay quien dice que en una página web, si quieres tener muchas visitas, sólo puedes hablar de autores conocidos. ¿Hablar  de raros? Como me dijo alguien una vez, bastante raro tenemos ya contigo… (Supongo que era más o menos cariñoso). El Paseo Editorial y en traducción de Fernando González Viñas, acaba de publicar a una singular alemana, Emmy Hennings (1885-1948) que nació en Flensburgo y murió olvidada y solo en Lugano… Antes de la 1ª Guerra Mundial, en un Berlín que ya era alegre y sórdido, Emmy Hennings se dedicó al cabaré e incluso a la prostitución. Emmy era una chica culta, muy libre y guapa. Por desarreglos con un cliente, estuvo unos meses en prisión, que es la base de su magnífico relato “Cárcel” de 1919, que entonces hacía de Emmy Hennings no sólo una gran escritora de vanguardia, sino más que una precursora del existencialismo… Recordaba sus retornos a su habitación, amaneciendo, con frío y niebla, y acaso también con éter y morfina. En 1913 Emmy había publicado un curioso libro de poemas (con imagismo y dadaísmo, ya) que concluyó titulándose “La última alegría”, aunque en iniciales publicaciones en revistas se había titulado “Estrofas del éter”, titulado que se ha conservado en esta edición española. En 1915, en Zurich, con Tzara y Hugo Ball, Emmy es “La musa Dadá”. Es moderna, atrevida, libre, pero es una mujer también inteligente y melancólica, tras las alegrías dadaístas de “Cabaret Voltaire”, se casa con Hugo Ball, uno de los grandes de la poesía experimental, y después un gran sabio sobre el ascetismo bizantino. Acaso la gran obra de Ball sea el gran libro (entonces está casado con Emmy) “Cristianismo bizantino”. Ball muere en 1928 y aunque Emmy publica diarios y atículos se va quedando lejana y sola. Tuvo siempre un amigo Premio Nobel que no dejó de admirarla, Hermann Hesse. Emmy murió olvidada y sola (con una obra breve pero magnifica) habiendo sabido gozar y sufrir y sabiendo que la vida siempre decepciona. Lean “Cárcel”, una pequeña gran obra…


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