El latoso Gibraltar
(Este artículo aparece el viernes en todos los periódicos del grupo Promecal)
Todos sabemos que Gibraltar es español y que fue una jugarreta británica la que se quedó con el Peñón en 1713, porque entonces tenía un enorme valor estratégico para la marina inglesa que andaba en pleno expansionismo. Hoy España, Gran Bretaña y el mismo Gibraltar son muy otras, nada es lo que era. Con todo, la política española hacia Gibraltar últimamente no ha sido buena. De cuando en cuando apretamos las tuercas a los gibraltareños cuando en verdad siempre debiéramos apretar las tuercas (apoyados en la ONU y hoy en la Unión Europea) a la propia Gran Bretaña ya que, ridículamente, la roca de Tariq sigue siendo un territorio británico de ultramar, o sea, una colonia. Sí, debemos dar la lata con todos los incordios internacionales posibles, a Londres, no al Peñón.
Al contrario, con Gibraltar y los gibraltareños debiéramos tener siempre la política más cordial posible y siempre puertas abiertas, pues lo que nos interesa es que gentes de La Línea, de Algeciras y de todo el campo de Gibraltar se metan en el Peñón y los “llanitos” salgan fuera, a los pueblos cercanos para que, de veras, las poblaciones se mezclen y amiguen, pues ese será, sin duda, el verdadero arreglo del problema de Gibraltar, hacer que todos los habitantes de la zona se sientan concordes y no extraños. Veamos lo que pasa en Melilla ( y no comparo estrictamente) y es que la ciudad tiene cada vez más habitantes españoles de origen marroquí. Pues por ahí vamos. La antigua verja que aislaba por tierra Gibraltar se demostró un claro error, igual que ocurrirá con las actuales dificultades aduaneras que irritan a todos. Gibraltar no va a ser español de golpe. Lo será cuando sus habitantes no tengan recelo en ser españoles (incluso con doble nacionalidad transitoria) y Londres y sus gobiernos conservadores, que son los más ásperos al respecto, estén hartos de las presiones y los incordios –cuantos más mejor- de España, pero sin que las cosas ni las picaduras alcancen nunca un tono de enemistad belicosa, que sería lo peor de lo peor. Franco (siendo quien era, dictador y antibritánico) dijo que “Gibraltar no vale ni una gota de sangre española”. Pudiéramos añadir , por lo mismo, que ni inglesa. No, Gibraltar no vale guerras ni amenazas, sólo continuos incordios a Londres y mucha, mucha buena vecindad con los “llanitos” para que
caigan en nuestros brazos, literalmente.
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