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VARIEDAD Y REBELDÍA EN LEÓN FELIPE

Hace dos días (el 18 de septiembre) hizo cincuenta años que León Felipe (1884-1968) falleció en la Ciudad de México con 84 años, exiliado. Nació en Tábara -Zamora- con el nombre completo de Felipe Camino Galicia de la Rosa. De familia con posibles, su padre lo indujo a ser farmaceútico, y ahí comienza la vida aventurera de León Felipe. Yo entré en la Universidad, días después de su muerte y recuerdo bien (a veces en voces de cantautores) que con Celaya y Miguel Hernández, León Felipe figuraba como uno de los notables poetas comprometidos. Y no era difícil hallar una recopilación de sus versos -de los finales 50- hecha en Argentina con el título de “Antología rota”. Es el caso que antes de la Guerra Civil, que lo trajo a España a luchar con los republicanos, Felipe vivía ya en México, exactamente desde 1922. Antes había recorrido España en tareas mil, había pasado fugazmente por la prisión, e incluso había estado, más de un año, en Guinea Ecuatorial, todavía colonia española. Es difícil calificar a León Felipe de comunista, cuando se rebeldía continua es casi siempre ácrata. Por ello le gustó la Revolución mexicana. En 1940 estaba de nuevo en el país  -México- en que más tiempo vivió. Se le asocia por su rebeldía, porque parcialmente lo tradujo, y por su tono directo y alto, con Walt Whitman. “Canto a mí mismo” -su traducción- es de 1941. Su primer libro -corregido unos años después- “Versos y oraciones del caminante” de 1920. Cuando Terenci Moix iba a hacer las memorias de Sara Montiel, a quien llamó Saritísima, le acompañé alguna vez a verla. Era una mujer que no olvidaba lo frívolo ni su vida disidente. Recordaba con afecto sus años mexicanos -en los 40- donde rodó el cine que la llevó a Hollywood y esos años de cercana amistad (insinuaba que algo más) con León Felipe. Nos mostró una foto dedicada a ella por el poeta, y no nos cupo duda. Sara  había sido amiga de  los exiliados y muy bella. No era nada convencional. Rebelde y anarco comprometido, toda la poesía de León Felipe (no poco olvidada en este momento) se entiende en función de un humanismo de cercanías. Libros como “La insignia” (1936) , “Llamadme publicano” (1956) o “Rocinante” (1967) sólo se encuentran hoy en el grueso tomo de “Poesías completas” que editó Visor en 2011.

El lunes daré en Zamora -en el salón de actos frente al Parador- una conferencia sobre esta pluralidad rebelde del no poco preterido León Felipe. Un poeta que sin duda vale la pena pero también (y ese talante es bueno recordarlo) un aventurero. Un hombre que amó la libertad, la vida y la palabra, sin demasiadas etiquetas. Los cantautores, sí, pero más allá. Acaso no terminar de ser de la Generación del 27 -no entrar en esa nómina, era algo mayor- también un poco ha podido contar en el injusto casi olvido de León Felipe. Intentemos subsanarlo.


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