MONCHO ALPUENTE, IN MEMORIAM
(Publicado en el diario El Mundo).
Fue un todo terreno del humor, del desenfado y la sátira, a menudo con trasfondo político. Periodista plural, coincidí con él unos años en la Cadena SER en “A vivir que son dos días”, programa que por entonces –primeros 2000- conducía Fernando Delgado. Fumaba mucho, Moncho. Tenía una voz peculiar, algo cascada por el humo. Pero también formamos parte de un “Club de Fumadores por la Tolerancia” entre cuyos miembros había gente tan dispar como Javier Marías o Alfonso Ussía. Hacía tiempo que no veía a Moncho, medio retirado en su casa de Segovia, hasta saber su muerte por infarto en Canarias. Claro que a ese hombre divertido, zumbón, irreverente, amante absoluto de la libertad, lo recuerdo también de muchas noches y garitos de la infaltable Movida, porque ese tiempo (los 80) podríamos decir que fue su década mágica.
Ramón Mas Alpuente (ya siempre Moncho Alpuente) nació en Madrid el 23 de mayo de 1949. Hizo estudios en internados e institutos de Segovia y Madrid y luego anduvo por la Facultad de Periodismo, pero ya trabajaba y en muchas cosas. En 1965 empezó en la revista “Sp” como archivero y terminó llevando la sección de música. Moncho fue un ágil y hábil letrista de singulares canciones. Y por eso pudo estar y fundar grupos irreverentes siempre contra ese franquismo cuyos últimos años tanto agobiaron a la juventud de mi tiempo. En 1968 fundó “Las madres del cordero”, uno de los grupos satíricos más indisciplinados de la época. En 1969, junto al grupo “Tábano” ideó y montó el espectáculo “Castañuela 70”, provocador y aireador de ámbitos cerrados. En 1971 está en RNE y en Popular FM haciendo programas musicales, no hay que decirlo, plurales y heterodoxos. Más tarde hará también en TVE programas como “Mundo Pop” o “Pop-grama”. En 1983 (ya en el fervor de la Movida) hace en Radio El País uno de los más famosos programas alternativos de la época, “Madrid me mata”, uno de los lemas de la Movida. Con los santorales que allí se inventaba publicó más tarde un libro recopilador, “El libro de los santos imaginarios y hechos apócrifos”. Dentro de esa línea, en 1985, estrenó en el Festival de Teatro de
Madrid una comedia en verso, que parodiaba el cine de aventuras, “La reina del Nilo”. También (esta vez con Miguel Ríos) formó parte del programa “Qué noche la de aquel año”. Ya escribía para El País que lo acogió muchos años (pero no hasta el fin) en columnas que se titulaban “El país imaginario” o “El chafardero indomable”. Como habló mucho de Madrid, de sus noches, de sus tipos, de su mejor heterodoxia, muchos decían que era el cronista no oficial de la Villa. En 1987 está de nuevo en la radio, en Radio Cadena Española, con un programa nuevo, que mezcla sátira (siempre) y progresismo bienhumorado, “Buenos días, Babilonia”. Se dice que en 1988 es uno de los que idea una serie televisiva (que hasta donde recuerdo no se concluyó) titulada “Delirios de amor”. El guionista podía ser asimismo el director, como le pasó a Moncho que escribió y dirigió el capítulo “Amor y oportunidades”, emitido a comienzos de 1989. Los actores principales eran Ángel de Andrés y Kytty Manver. Ese mismo año (el Club por la Tolerancia vendría más tarde) se hace ya un claro defensor del tabaco con el libro “Sólo para fumadores”. Al tiempo que con un grupo de fumadores reconocidos inicia una campaña tabaquista que culmina en 1990 con el LP “Todos por el humo”. Ya he dicho que a Moncho se le notaba el humo en la voz (y otros decían que incluso le avejentaba, en los últimos años parecía mayor de lo que era) pero acaso como Terenci Moix había decidido el “fumando muero”…
En un tiempo (en los comienzos de ellos) Moncho Alpuente llegó a hacer letras de canciones para Sabina o para Ricardo Solfa, entre otros. Uno diría que lo suyo de verdad –en muchos medios- era el artículo rápido, vibrante, incisivo o la letra cantable, un algo semejante a la abeja como querían los epigramatistas del Siglo de Oro. Si el buen humorista es siempre crítico y audaz bajo la sonrisa, así fue Moncho Alpuente, siempre dispuesto a la trinchera de cualquier causa avanzada. Escribió unos “Versos sabáticos. (Autobiografía autorizada de Dios Padre)” y últimamente, desde Segovia muy habitualmente, colaboró en “Público”, después de tantos años en “El País”. Quienes más lo conocían lo hallaban cansado, menos activo, aunque de igual talante, como si la edad le pidiera cuentas anticipadas. Ha muerto en Canarias el 21 de marzo de 2015. Se van recuerdos y ansias libres.
¿Te gustó la noticia?
¿Te gusta la página?