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LUIS CERNUDA. “LA REALIDAD Y EL DESEO”.

Me alegra que el amigo Antonio Rivero Taravillo haya prologado una muy reciente edición (otra) en bolsillo y en Alianza Editorial de “La Realidad y el Deseo” de nuestro gran Luis Cernuda. Es una pasión, la cernudiana, que compartimos Antonio y yo. Yo que   sólo puedo llevarle la mala ventaja de la edad, publiqué en Cátedra y en los primeros 80 una edición crítica de dos libros básicos de Cernuda, “Las nubes” y “Desolación de la Quimera”. Invitado por Abelardo Linares (mucho antes, en el otoño de 1976) participé en Sevilla en un homenaje a Cernuda, nada menos que con Gil-Albert y Jaime Gil de Biedma, a quienes ya conocía; de ahí salió un tomito (supongo que ahora una gran rareza) “3 Luis Cernuda”, recogiendo los tres textos. 1977. Conocí a muchas personas que conocieron de cerca a Cernuda (Aleixandre, Rosa Chacel, Rafael Martínez Nadal)  y todos terminaron mal con Cernuda, menos Rosa, aunque lo vio raramente en los últimos tiempos… Todos convenían (también José Luis Cano, que intentó serle útil) que Cernuda era persona de trato difícil, muy perfeccionista, y que se molestaba con harta facilidad. Yo, entonces, siempre recordaba su vida solitaria, cuesta arriba, dura y con muy escasos éxitos. Sin embargo el Cernuda de “La Realidad y el Deseo” con el epílogo de “Historial de un libro”, publicado originalmente en “Papeles de Son Armadans”, hacen de Luis Cernuda el poeta más moderno de nuestro 27, que es mucho decir. Excelentes son Lorca, Aleixandre o Guillén, por ejemplo, pero ninguno tan moderno como Cernuda, desde “Los placeres prohibidos” a “Invocaciones” llegando hasta ese libro soberbio que es “Desolación de la Quimera”, donde con 60 años, Cernuda se siente ya viejo y ventea el fin, que llegó de un ataque cardíaco súbito, en México (su gran país de adopción) en 1963. He tenido muchos años el original de una carta que Cernuda envía a Gil-Albert desde Londres en 1938, y que Juan guardó con esmero. La acabo de vender a un buen amigo y buen coleccionista, pero la voy a reproducir , al final, como homenaje al amigo Rivero Taravillo y desde luego a nuestro insustituible, magnífico y especial Luis Cernuda (1902-1963)- Publiqué dos libros sobre Cernuda (2002) el año de su centenario, y ese día exacto -21 de septiembre- daba en el Museo Gregorio Prieto de Valdepeñas, una charla sobre Cernuda y Gregorio, que tampoco terminaron bien… CERNUDA.


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