EN LA MUERTE DE FRANCISCA AGUIRRE
Conocí y traté mucho a Félix Grande (muerto en 2014, con 76 años) y a su mujer Francisca Aguirre, a quien familiarmente siempre se conocía como Paca Aguirre, nacida en Alicante e hija de un pintor -Lorenzo Aguirre- ejecutado en los primeros años del franquismo. No puedo ni debo decir que fui amigo íntimo de la familia, pero sí que los ví y traté con frecuencia (más a Félix, desde su generosidad amplia en la revista “Cuadernos Hispanoamericanos”) que a Aguirre. Ambos son miembros algo descolgados de la generación del 50; Félix -entre otras posibles consideraciones- porque era más joven, nacido en 1937, aunque publicó su primer libro en el momento que correspondía, “Las piedras”, Adonais, 1963. Sin embargo la encantadora y un aire vagamente triste Paca Aguirre (mayor que Félix, nacida en 1930 y murió ayer con 88 años) tiene una obra poética más breve y sobre todo -respecto al resonar del nombre- más tardía, pues su primer libro “Ítaca” (Aguirre se dijo tempranamente admiradora de Cavafis) sólo se publicó en 1972. Creo que su último poemario -obra reunida aparte- fue “Conversaciones con mi animal de compañía” de 2012. Durante muchos años, ambos amigos y algo protegidos de Luis Rosales, que no era de izquierdas, Paca Aguirre aceptó con claridad y supongo que con amor, pasar como la mujer de Félix Grande, que también escribía poesía, y
madre después de otra poeta, Guadalupe Grande. Aguirre había sufrido el drama familiar y la dura postguerra de los vencidos, pero reconoció -y es un gesto bueno- que antes de ser vencedores los llamados “nacionales” también sufrieron enormes tropelías a causa de los llamados “rojos”, porque nuestra Guerra Civil fue una barbaridad para todos, aunque a la postre , después de 1940, llevaran la peor parte los vencidos. Esta conversación con Paca
surgió un día en que, considerándonos ambos de izquierdas, cercanos al socialismo, yo le conté que tuve un tío materno (el hermano mayor de mi madre) fusilado por los comunistas en 1937 y desaparecido… A mi abuela materna eso le arruinó la vida, y Paca Aguirre, con sentimiento sincero, me dijo que entendía perfectamente. Todo fue horrible. Buena poeta, que se limitaba un
poco a sí misma, curiosamente el nombre solo de Francisca Aguirre, resonó más después de la muerte de Félix. La última vez que hablamos, Paca me dijo que fuese a visitarla al famoso piso de Alenza, y quedé en hacerlo pero no cumplí. Son esas cosas que se sienten cuando ya no hay remedio.
Mujer noble, feminista no vengativa, y en el buen sentido de la palabra buena, Paca Aguirre fue una notable poeta tardía y un ser humano excelente, Adiós, querida.
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