“La mecedora” dirigida por Flotats
“La mecedora” es un obra de teatro, sencilla y eficaz, que ayer se estrenó en el teatro Valle-Inclán de Madrid, del Centro Dramático Nacional. La obra es una pieza clásica de Jean Claude Brisville, el autor francés que, en los últimos años, parece asociado con Josep Maria Flotats que interpretó magníficamente dos de sus “cenas” entre personajes ilustres. La versión es también de Mauro Armiño. Flotats ahora no interpreta sino que dirige y quizás ha dejado su marca en el protagonista de “La mecedora”, Helio Pedregal que hace de Jerónimo, un hombre solitario y muy culto, que trabajaba como lector o asesor literario para una gran casa editorial, pero al que acaban de despedir -el tema es tremendamente actual- porque con el cambio de dueños, triunfan los ejecutivos agresivos (Osvaldo, interpretado por Eleazar Ortiz ) que no buscan calidad ni cultura sino sólo dinero. Osvaldo no lee aunque trabaja en el mundo del libro -una auténtica plaga absolutamente real- y desdeña a Jerónimo que habla con plenitud y belleza expresiva, además de mucho conocimiento libresco. Jerónimo ha acudido a casa de Osvaldo -donde no hay ni un solo libro- para despedirse, un callado modo de protesta, pues lo ha echado injustamente, y a decir -quizás es el pretexto- que se ha quedado con la mecedora en la que leía en su despacho… Mientras tiene lugar esa conversación (Osvaldo quiere que Jerónimo se vaya cuanto antes) aparece un chico joven y atractivo, evidentemente el novio de Osvaldo, que trabaja como ilustrador y portadista en la editorial. A Osvaldo no le gustan las portadas pero mantiene al chico (Gerardo, bien llevado por Daniel Muriel) por otra cosa… Al fin Gerardo y Jerónimo se entienden y hablan porque ambos son personas que aman y sienten el trabajo que hacen. Les gusta conocer y saber y comunicarlo. Los dos terminan yéndose, cada cual a su turno, y Osvaldo se queda solo con sus propósitos de ganar dinero y abolir la cultura, dispuesto a verse la mañana siguiente con el nuevo dueño de la editora… La obra (como digo) es sencilla pero contundentemente sutil, y los actores están muy convincentes bajo la sabia égida de Flotats. El tema, como digo, bien dramatizado, es real como la fea vida misma: muchos directores o altos ejecutivos de grandes editoriales no aprobarían un examen de literatura, pero acaso aprenden la mercadotecnia del vacío. El gran futuro de una humanidad hueca y huera. Estólida. Sencillo y buen teatro donde la palabra prima. Se lo aconsejo.
¿Te gustó la noticia?
¿Te gusta la página?