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José Luis Martín Vigil, muerto, olvidado y preterido

No sé si dice mucho de nuestra incuria literaria o de que algunas personas no querían a este hombre, tan polémico y exitoso en sus años más vitales… Yo oí hablar de José Luis Martín Vigil (exjesuita y cura) en el colegio religioso de Madrid donde hice el bachillerato. Había una hora de “lectura espiritual” -decían- en la que , por turnos, los alumnos leíamos en voz alta libros piadosos. La mayoría eran antiguos y aburridos, pero como eran los tiempos de VaticanoII (aquel Concilio olvidado por la jerarquía católica actual) no faltó algún religioso más joven y de talante “progre” -que no era mucho decir- que nos hizo leer las novelas más sociales (pero escritas por un cura) de José Luis Martín Vigil: Así leí “La vida sale al encuentro” -archifamosa novela- y “Sexta galería”. Al hilo de aquello supe quién era el asturiano Martín Vigil: a fines de los pasados años 60 el novelista más prolífico y exitoso de España. Muchas de sus novelas trataban de adolescentes y sus problemas, pero tenía todo tipo de lectores. Otro cura (poco antes de dejar el colegio ) me recomendó “Los curas comunistas” (1968) novela que causaba escándalo en la España de entonces y que hablaba de los curas que -como el famoso padre Llanos- se iban a ejercer su ministerio a los barrios obreros, para estar con los más pobres y menesterosos. Poco después (yo ya en la Universidad) visitando la Feria del Libro de Madrid, vi en una caseta a Martín Vigil, vestido de paisano y firmando libros. Nunca he visto colas mayores. Era el bestsellerista absoluto. “La vida sale al encuentro” -su primera novela de 1955- iba ya por la edición veintitantos… ¿Quién me iba a decir a mi que al frecuentar bares gays, mediando los años 70 (yo acababa de terminar mi carrera) oiría hablar en ellos -entonces minoritarios, un poquito clandestinos- de un frecuentador discreto e ilustre: José Luis Martín Vigil? Pero no me llamó tanto la atención, pues recordé adolescentes “mariquitas” (tratados con mucho respeto) en algunos de los libros suyos que leí en el colegio, en concreto en “Sexta galería”, que habla del derrumbe de una mina… Parece que desde que abandonó el profesorado y se vino a vivir a Madrid, como escritor de éxito, en 1967, nuestro hombre se había abierto más (y dentro de su especialidad) había frecuentado ambientes gays y chicos jóvenes , no sólo normalmente homosexuales, sino algo conflictivos. La prensa dio cuenta (con mucha más discreción que si hubiese sido hoy) de algún lío policial que tuvo, sin consecuencias, por esos temas. Al fin otro día -primeras horas de la noche, creo que 1977- me lo encontré en otro bar gay -muchos jovencitos le conocían- y me acerqué a saludarlo. Estuvo atento y muy cordial y dió por supuesto que sabía lo que, en efecto ,sabía. Creo que él también me dijo que conocía que yo era escritor. No lo volví a ver más, o acaso sólo de refilón. Era la época en que escribía novelas atrevidas sobre muchachos jóvenes y problemas de homosexualidad y drogas. Por curiosidad, leí algunas: “Sentencia para un menor”, “La droga es joven ” o “Ganimedes en Manhattan”. Poco a poco su fama fue decayendo aunque todo el mundo sabía quién era y quién había sido… Cuando en 1996, Rafael Borrás, magnífico editor y muchos  años la cabeza rectora de Planeta, se marchó de la editorial, al cóctel de despedida acudimos muchos autores que le estábamos agradecidos. Allí ví por última vez a un Martín Vigil , mayor y con la cabeza rapada, pero como siempre cordial y lúcido. Me contó que había tenido un derrame cerebral grave, pero que lo había superado. No volví a saber más de él sino que había hecho (en 2006) una nueva edición corregida de “La vida sale al encuentro”, su novela emblemática, que influyó a cientos de miles de adolescentes de México y de España. Sé que vivía retirado y que le gustaba navegar por la red y que contestaba a cuantos le escribían. Sólo ayer (a través de un amigo) supe que había muerto, hace casi un año, el 20 de febrero de 2011, en Madrid. (91 años, pues). Había nacido en Oviedo el 28 de octubre de 1919. Me parece increíble -y algo vergonzoso en muchos sentidos, mal país- que la noticia de su muerte no se diera en ninguna parte. ¿Extraños intereses de falso pudor eclesial? Era uno de los mayores bestsellers de nuestra literatura. Novelista de escritura correcta y fácil. No un genio, por supuesto. Pero mucho más que un gran acontecimiento sociológico, por la doble vida que debió hacer a menudo… ¡Requiescat! Era un singular buen hombre.


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