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GUS VAN SANT Y “DRUGSTORE COWBOY”

Confieso mi total simpatía por un director de cine (casi siempre lleno de elementos o rasgos gays) como el norteamericano Gus Van Sant, nacido en Louisville en junio de 1952. Aunque parece que su primera vocación fue la de pintor, Van Sant no tardó en pasar al cine con algunos raros cortos. Su primera película -en blanco y negro, y todavía adscribible al underground- fue en 1985 “Mala noche” (el título es en español) con la que descubría además la única novela de un raro personaje del Medio Oeste, Walt Curtis. “Mala noche” (donde nace el mundo de Van Sant) es la historia de un tendero, el propio Curtis, que se enamora, en Portand,de un chico mexicano, de los de cruzan y cruzaban ilegalmente la frontera. Puesto ya a descubrir a autores desconocidos, la primera película digamos “oficial” de Van Sant, es “Drugstore Cowboy” de 1989, donde utiliza el manuscrito de una novela del mismo título aún inédita, pues su autor James Fogle (1936-2012) estaba en la cárcel por ladrón y drogadicto. Fogle tiene más inéditas. “Drugstore Cowboy” se publicó  -en 1990-debido al éxito de de la película de Van Sant, y ahora la acaba de sacar en español Sajalín Editores. La película (y la novela) cuentan la historia, también en Portland, de una banda de toxicómanos que atracan farmacias, liderados por un tal Bob (que es el propio James Fogle) y que fue interpretado por un Matt Dillon, aún atractivo. Van Sant que hace un estupendo trabajo, consiguió que en la película aparezca el escritor William Burroughs, que hace de viejo yonqui, adicto a esa farmacia, donde va la banda delincuente. El libro está bien (también el más breve “Mala noche”) ambos nos muestran unos EEUU profundos, oscuros y marginales. Valen mucho la pena porque abren el mundo de un gran director de cine. Gus Van Sant ha hecho muy buenas

películas comerciales como “El indomable Will Hunting” o la aún mejor “Descubriendo a Forrester” (2000) bastante inspirada en el caso Salinger. Pero para mi gusto son sus obras menos voluntariamente comerciales, las mejores, y no sólo la célebre y magnífica “Mi Idaho privado” de 1992.  Puedo agregar “Last days” (una película nada fácil) o “Elephant” (2003) sobre las matanzas de adolescentes en institutos USA. La última película de Van Sant -que se ha prodigado menos- es “The sea of trees” (El mar de árboles) de 2015, que no he llegado a ver. Hoy quería ante todo hacer un mínimo homenaje a Gus Van Sant y recordar (al hilo de la edición española de “Drugstore Cowboy) como en sus inicios Van Sant prestó su cámara y su magia a dos escritores del todo desconocidos. El mundo de Gus Van Sant es el anti Donald Trump y te reconcilia con EEUU, país que -salvo su gran élite- no admiro.     


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