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GALDÓS Y “CLARÍN”

Se trata de dos de los grandes novelistas españoles de fines del XIX y principios del XX , en el caso de Galdós. Benito Pérez Galdós (1843-1920) había nacido en Las Palmas de Gran Canaria, pero vino joven a Madrid y se convirtió en uno de los grandes símbolos y escritores de la capital. Donde murió a principios de enero de 1920, con 76 años. Galdós fue un novelista genial, prolífico y lleno de grandes obras, desde que publicara en 1870 “La Fontana de Oro”, nombre de un café político-literario. Aparte de las series de “Los Episodios Nacionales”, gran novelización de la Historia de España en todo el siglo XIX, desde “Trafalgar”, Galdós escribió su propia y gran novelística, como “Doña Perfecta”, “Gloria”, “Fortunata y Jacinta”, “Lo prohibido”, “La de Bringas”, “Marianela” y una ingente cantidad de cuentos, artículos , más novelas por supuesto, y teatro… Galdós es un escritor realista, tocado de naturalismo, pero lleno también de momentos líricos. Su escritura es clara, fluida, muy cautivadora, pero nunca simple y a su manera llena de honduras y sutiles matices psicológicos. Sólo es comparable a Dickens (de quien tradujo muy temprano, 1868, una novela) Balzac y Zola más tarde. Eso son sus referentes, pero Galdós tiene plenamente su estilo propio, su hacer y su mundo.  Curiosamente quien tántas vidas narró, a quien tanto le interesó el vivir de la calle y sus conflictos, se negó sistemáticamente a contar su propia vida, que sólo hizo (y casi nada) en sus tardías “Memorias de un desmemoriado” de 1915. Aunque el éxito de Galdós fue, en general grande, no lo faltaron detractores -en general por su realismo, por su sólo aparente sencillez-  y algunos fueron, en parte, jóvenes del 98, que estimaron poco a “Don Benito, el garbancero”, aunque luego aplaudieran su drama “Electra” de 1902.  El tema es largo y caudal como el propio Galdós, y sólo puede quedar breve y abocetado.

Pocos saben que un hombre notable y muy culto, nacido en Zamora pero que vivió la segunda mitad de su vida en Oviedo, Leopoldo Alas, que usó casi otro nombre, “Clarín”, Leopoldo Alas “Clarín” (1852-1901), que murió en ese Oviedo que hizo suyo como Vetusta en su gran novela “La Regenta” (1885) y que aunque escribió alguna otra novela y relato como “Su único hijo” (1890), fue un reputado magistrado y un temido y riguroso crítico literario, este singular y alto Leopoldo Alas fue gran amigo de Galdós con quien mantuvo mucha correspondencia, siendo uno de sus críticos más notables. El profesor Adolfo Sotelo Vázquez ha editado con buen prólogo en Renacimiento, “Galdós, novelista” de Leopoldo Alas “Clarín”, donde se recogen la mayoría de las críticas por lo general muy positivas que Alas escribió sobre las novelas galdosianas. Se recoge (aunque falta aún alguna crítica) el folleto que sobre un Galdós casi biográficamente desconocido escribió “Clarín” en “Benito Pérez Galdós. Estudio crítico y biográfico” de 1889. A ese sencillo estudio se suman las amplias críticas -muy bien escritas-  a buena parte de la obra de Galdós, desde  “Doña Perfecta” (1876) o la primera parte de “La Desheredada”  en 1881, hasta -entre muchas- como “Realidad”, “Bodas reales” -un Episodio Nacional- en 1900. En 1910 (muerto ya Alas) se recogió en un tomo incompleto parte de su crítica galdosiana, que ahora crece y se aclara. Aunque más joven que Galdós, Clarín falleció casi veinte años antes que su admirado. Porque podemos bien decir -y él lo razona espléndidamente- que Leopoldo Alas “Clarín” fue un devoto y cabal galdosiano.  Los análisis son magníficos y la admiración (en “Lo prohibido” por ejemplo) queda muy justificada.  Un tomo, pues que admiradores de Galdós y de “Clarín” tendrán por obra varia y unitaria, hecha con mano e inteligencia maestras. Y espléndidamente escrita aunque pareciese escritura momentánea.

 


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