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FEMINIDADES (FORTÚN-LAFORET)

(Este artículo se ha publicado en El Norte de Castilla)

Carmen Laforet &Elena Fortún. “De corazón y alma” (1947-1952) Fundación Banco Santander, Madrid, 2017. 138 págs.

A mí este epistolario tan entrañable –con prólogo de dos hijas de Laforet que narran las vicisitudes de las cartas- me gusta por lo que dice y me interesa por todo lo penumbroso que se entrevé. Me explico. El epistolario es muy cálido porque cuenta, con bella claridad, la cercanía de dos mujeres de distintas generaciones que se quieren y se despiden. Dos narradoras estupendas en sus modos y Laforet (tal y como yo la conocí) grata e insegura. Lectora adolescente de “Celia”, Carmen Laforet (1921-2004) confiesa que siempre se sintió amiga y de alguna manera cercana a esa autora de literatura juvenil que fue –era un pseudónimo- Elena Fortún (1886-1952). En verdad se vieron pocas veces, pero no sólo se profesaron mutua admiración, sino que en las cartas hay un verdadero desborde de ternura y comunión, que hace bueno el título “De corazón y alma”. Carmen se debate con la redacción de su novela “La isla y sus demonios” sobre la que duda, y Fortún desde un sanatorio de Barcelona (regresada del exilio argentino tras el suicidio de su marido, militar republicano) lucha con enorme dignidad y soledad contra un cáncer mal diagnosticado al inicio, que acabará con su vida en febrero de 1952, con sólo 65 años, aunque la mujer que escribe parece mucho más vieja y cree que ya vivió lo bastante. Elena no cesa de animar a Carmen (a la que ve futuro premio Nobel) y Carmen, con una ejemplar modestia, reitera el enorme cariño y fascinación que siempre tuvo por la autora de “Celia” o de “Cuchifritín”… Enorme y verdadero calor humano, narrado con soltura de buenas escritoras. ¿Nada más? Sí, pero ese “más” se dice y no se dice y se adivina mejor desde hoy, cuando sabemos que pese a haber estado casada y tenido hijos  -son mujeres demasiado de su tiempo, demasiado cercadas por circunstancias duras- Elena Fortún fue lesbiana, como narra en la novela póstuma (se publicó el año pasado) “Oculto sendero”. En las modernas biografías de Laforet –también casada y con hijos, aunque terminó muy rota- también se insinúa que si se fue desinteresando de su propia obra era “porque no se atrevía a escribir lo que quería”. Nadie podría decir sino que Laforet fue una lesbiana muy oculta, pero en las cartas resalta el interés de ambas mujeres por ese feminismo español poco estudiado en mujeres en su mayoría de vidas relativamente convencionales (no eran Gloria Fuertes) pero con otras inquietudes vitales e intelectuales. No puede ser casual que en las cartas se cite mucho –y como amigas- a la poeta Carmen Conde, a la deportista Lilí Álvarez (a la postre muy amiga de Laforet) o a la doctora Fernanda Monasterio, que aunque aún exilada en Argentina, ya venía a España, y acude al sanatorio a interesarse por el estado de Fortún.  Como he dicho conocí a Carmen Laforet en los primeros 80 y sólo me pareció entrañable, sufriente y dubitativa. Pero estuve muchas veces con Fernanda Monasterio (siempre en casa de Rosa Chacel) y aunque jamás saliera el asunto lésbico, Monasterio –médico notable- tenía un aspecto muy masculino. Enfín un libro muy querible que abre ruta hacia una historia aún muy poco clara de un feminismo español en tiempos duros y de aires lésbicos.


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