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“EREBO” DE PABLO GUMIEL Y LA LITERATURA BOLIVIANA

La casi secreta pero muy bien editada “Amistades Particulares” acaba de publicar (es la segunda edición) una muy rara novela corta boliviana, “Erebo” -1955- de un tal Pablo Gumiel, del que nada se sabe. El libro se editó en La Paz el dicho 1955, y el autor boliviano de la nota inicial, Manuel Vargas Severiche, sólo nos aclara que pudo tratarse Gumiel de un pseudónimo o de verdad de un desconocido. El texto, sólo se había publicado , aparte del libro original, en una revista boliviana de cuentos “Correveidile” en 2014.  Una española Virginia Ayllón Soria dio en 2017 una conferencia en el Centro Cultural de España en La Paz, titulada “¿Literatura homosexual en Bolivia?”. De ahí sale, de ambas referencias, me parece, el reencuentro y la reaparición de este librito, escrito con finura y desolación, del que nada sabía.  Amistades Particulares ha dado a conocer o reeditado muchas rarezas, yo la única que de veras ignoraba era este “Erebo”, título muy justo a una desoladora historia de imposible amor entre hombres en un medio hostil que lleva a la desolación y ,se deja entrever, al suicidio.

Es cierto que la literatura boliviana es una de las grandes desconocidas del continente, y que casi no tiene nombres resonantes. Bolivia ha sido un país oculto y misterioso mucho tiempo, convulso también, dominado por el mito real de la ciudad de Potosí y sus todavía hoy inmensas minas de plata, pertenecientes a lo que se llamó el Alto Perú. Frente a la antigua Bolivia de La Paz o Potosí, hay hoy una Bolivia nueva en Santa Cruz de la Sierra. De ahí que la literatura boliviana (aunque algo hay anterior) se inicie en español con un gran libro, escrito o concluido hacia 1700, en época colonial por supuesto, titulado “Historia de la Villa Imperial de Potosí” obra de Bartolomé Arzáns de Orsúa, la obra editada fragmentariamente varias veces, sólo se editó completa en 1965 en la Universidad de Brown según el original que se conserva en la Biblioteca del Palacio Real de Madrid. Podemos ver muchos nombres en la literatura boliviana, desde finales del siglo XIX, entre ellos el de una mujer notable, Adela Zamudio. Pero casi todos totalmente desconocidos. Yo conocía (ambos vinculados al modernismo) “Castalia bárbara” (1899)  de Ricardo Jaimes Freyre, boliviano, pero nacido en Perú y muerto en Argentina en 1933, donde pasó la mayor parte de su vida.  Y una gran novela boliviana, “Raza de bronce” (1919) de Alcides Arguedas (1879-1946), no relacionado con un gran y más moderno novelista peruano, José María Arguedas, que murió en 1969.  Y uno se pregunta inevitablemente sobre esta en apariencia rara preterición o poquedad de la literatura boliviana, rodeada de gigantes hispánicos como Perú, Colombia, Chile, Argentina o Uruguay, por no hablar (ya más lejos) de México o Cuba.

“Erebo”, una novelita triste como muchas de la protohistoria gay, pero como dije muy bien escrita, da pie a que Carlos Sanrune el editor de Amistades particulares, haga un epílogo donde de modo sucinto, recorre la literatura gay en español desde  la novelita “Marta y María” (1898) del escritor guatemalteco Enrique Gómez Carrillo, nada gay en lo personal, pero que traza un cuadro lésbico muy del gusto del “fin de siécle”, hasta esta boliviana “Erebo” de 1955. Aunque un tanto inexplicablemente sólo habla de novela o narrativa y deja de lado por entero la poesía, el apunte es valioso pero no completo y no sabemos porqué no entra Hoyos y Vinent, devalúa a Álvaro Retana, autor atrevido y de notable brío y deja -ya sabemos- a Jacinto Benavente, que escribió dramas cortos y poemas homoeróticos en su juventud (como constaté en mi antología “Amores iguales” de 2002) o ignora al singular Marqués de Campo, y su “Alma glauca” de 1902. Es un fallo. Lo que juzga como pertinaz homofobia, no es muchas veces más que un modo de sortear la terrible censura de la época, a este respecto, aunque luego los textos mismos nieguen esa homofobia puramente situacional. Me sirve de poco el epílogo de Sanrune, al que falta mucha entidad de ensayo, pero puede servir como catalogo generalista de narrativa gay inicial. Y valga mucho el encuentro de “Erebo” y poner el acento, sea lateralmente, sobre el peculiar desamparo o rareza de la literatura boliviana, entre tantas hermanas enormes.


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