En la muerte de Jaime Salinas
No puedo decir (me parezco a él en no manifestar presunciones indebidas) que fuera yo amigo íntimo de Jaime Salinas (1926-2011) gran editor ya retirado e hijo del gran poeta del 27, Pedro Salinas. No fui amigo íntimo suyo, pero lo traté y ví muchas veces y muy de cerca, a través de bastantes amigos cómunes, entre ellos, Javier Marías y Vicente Molina Foix. Pero fue otro quien me llevó a su ático madrileño, por el viejo Madrid, allá en la remota primavera de 1974. Hombre delgado, elegante y muy discreto, Jaime Salinas conoció de niño a Juan Ramón Jiménez y a García Lorca. Ya editor, fue íntimo de Barral y de Jaime Gil de Biedma. Jaime Salinas era muy pudorosamente homosexual (aunque sin ninguna clase de absurdos complejos) pero nunca quiso que esa condición trascendiera del ámbito privado. Si yo lo cuento hoy, es porque él ha fallecido ya y me parece una verdad digna el decirlo. Tuvo muchos años un novio y luego muy buen amigo islandés, al que Gil de Biedma y Barral llaman en sus escritos “Han de Islandia”. Sin jamás presumir de nada -era un hombre todo discreción- Jaime Salinas fue un brillantísimo editor en Alianza y en la actual Alfaguara. Yo conocí a Octavio Paz y a Marie Jo en su casa, con otros muy pocos poetas españoles, entre ellos Brines o Leopoldo María Panero, e hice luego buena amistad con él. Jaime era amigo de Vargas Llosa o de Günther Grass… Hizo una labor muy notable y es pena que su muy cosmopolita y cumplida vida (nació en Argelia y ha muerto en Islandia) sólo haya dejado -que sepamos- el tomo de memorías “Travesías”, publicado en el 2006. Elegante, discreto, eficaz, Jaime Salinas vivió una vida callada y libre y eso es lo que importa. Un ejemplo de español diferente en muchos y nobles sentidos. Descanse en la paz merecida. Yo recuerdo su fina sonrisa, levemente irónica…
Mañana (día 26) “El Mundo” publicará el obituario que he hecho de él.
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