El triste caso Urdangarín
(Este artículo salió publicado el pasado viernes en todos los periódicos del grupo Promecal de Castilla y León.)
Conste que creo en la Monarquía y más en el caso de España. Pues la monarquía tiene un papel más cohesionador en un país que se ha caracterizado, en los últimos siglos, por sus tendencias centrífugas, al haber entendido y conducido mal, a menudo, los elementos diferenciales de sus regiones. Monarquía sí, pero con rigor. Muchos tratadistas han afirmado repetidamente que una cosa es la familia del rey (todos sus parientes, sin particulares priviligios) y otra “la Familia Real”, sólo la estricta familia de Su Majestad, en primera línea, que goza o puede gozar de privilegios más que notables, a cambio de los cuales debemos exigirles a todos un comportamiento constitucional y ejemplar, porque son el símbolo y la imagen del Estado. Nadie en la Familia Real ( por ejemplo) debe dedicarse a actividades personales lucrativas.
En tal sentido al rey Juan Carlos le ha salido (si es verdad lo que tantos dicen y nadie niega) un yerno rana. Si es verdad que Iñaki Urdangarín, duque de Palma y exjugador de balonmano, ha robado todo lo que se afirma, aprovechándose de su alta posición familiar, debiera tener un castigo ejemplar. Claro que le concedemos la presunción de inocencia, aunque sea difícil de mantener cuando se acumulan tantas tropelías (presuntas) y el acusado sigue en Nueva York y persevera en guardar silencio.
Si hubiera indicios de culpabilidad en el señor Urdangarín, este (apartado de la Familia Real) debería ser juzgado como un ciudadano más, sin privilegios. Y si fuese hallado culpable (ojalá no sea verdad) debiera ser condenado con mayor rigor que si hubiese sido un ciudadano anónimo, precisamente por el atroz abuso que habría hecho de su condición de privilegiado. La Monarquía es una institución muy noble y sirve muy bien para aglutinar el Estado, por eso son los más monarquicos los que más se duelen del tema que comentamos. Pero, ya sabemos, a cambio de los privilegios enormes de la Familia Real y próximos, se le ha de exigir y rigurosamente, comportamientos ejemplares. Por encima, por supuesto, del baremo más benévolo del ciudadano medio. La Familia Real (y próximos) debe ser política y éticamente intachable. Ni un escándalo. (No seguir el modelo inglés).Y si los escándalos sexuales son ( o pueden ser) leves, poco importantes, los escádalos financieros o robar al pueblo que hegemoniza es directamente terrible, reprobable y castigable. Sin ningún miramiento.
¿Te gustó la noticia?
¿Te gusta la página?