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EL ORIENTALISTA BURTON

(Este artículo se ha publicado en El Norte de Castilla)

Sir Richard F. Burton. “La zona sotádica”. Edición Carlos Sanrune. Amistades Particulares, Madrid, 2017.  112 págs.

En el mundo anglosajón, Richard F. Burton (1821-1890) es bien conocido como viajero investigador, como estudioso orientalista y esencialmente como traductor de una muy reputada versión de “Las mil y una noches”. Asimismo (y porque el aventurero Burton, que estuvo en Medina y La Meca, se preciaba de erudito) son muy tenidas en cuentas las muchas y muy amplias notas que redactó para su traducción, sobre costumbres y usos del mundo islámico.  El presente libro es el ensayo final que sobre la pederastia –tan frecuente en los aludidos cuentos- preparó Burton, acumulando datos sabios y mezclando una teoría geográfica sobre la homosexualidad (sino del todo errónea, hoy al menos superada) con la descripción de los usos pederásticos u otros –al modo del amor/amistad de la Grecia antigua-  que se dan en esa llamada por él “zona sotádica”, una amplia franja del mundo desde el sur del Mediterráneo  hasta amplias regiones de la América latina, donde el trato homosexual entre hombres (con frecuencia uno mayor que el otro, sin violencia ninguna) se habría visto como algo natural y normal hasta la colonización europea… Este ensayo descriptivo y lleno de referencias sabias, siempre resultó muy polémico por su tema –y más en la Inglaterra victoriana-  y porque sobre el propio y muy viril Burton (al que interesaban mucho los temas sexuales, tradujo asimismo al inglés “El jardín perfumado”, un clásico de la erotología árabe) habían recaído sospechas de su oculto gusto homoerótico.  Todo procedería de su tiempo juvenil con el ejército británico en la India, cuando se le encargó un informe –que debía haber sido secreto- sobre los burdeles de muchachos y eunucos maquillados en la ciudad de Karachi. Burton hizo ese informe “delicado”, al parecer sin ponerse anteojeras de ningún tipo… Pero las malas –o buenas- lenguas tienen su propio universo. De hecho, al morir Burton, su muy puritana esposa Isabel (un modelo de “viuda terrible”) quemó sus notas inéditas y sus diarios íntimos, donde –al parecer de algunos amigos- era mucho más explícito sobre todos estos temas.

“La zona sotádica”, si bien para algunos sobreabunda en erudición, no deja que el lector olvide el lado personal que a Burton se le cuela entre lo libresco, porque así fue su vida. Naturalmente cuando habla de homosexualismo en todos sus frentes, el escritor (tributo a su tiempo) no puede sino adjetivar con desdén o condena, bien que en el relato percibamos inmediatamente, que Burton no juzga sino que describe como una casi forma de asentimiento. Así desde el inicio: “Fue por casualidad que tuve conocimiento, en una época ya lejana de mi vida, (se refiere al episodio de Karachi) de la existencia de la execrabilis familia pathicorum” la execrable familia de los páticos –latinismo por homosexuales, o más exactamente homosexuales pasivos…  El librito (aún con alguna incorrección leve en el original y en la traducción) se lee con delicia y ciencia. Ya tuvo Burton alguna moda entre nosotros en los pasados 80, cuando tradujo algo suyo Alberto Cardín y Juan Goytisolo le dedicó un largo artículo recogido en el tomo “Crónicas sarracinas”.  Burton bien merece este  muy curioso viaje al “Vicio”.


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