Dinero y fútbol
(Este artículo se publica el viernes en todos los periódicos del grupo Promecal).
Últimamente, en medio de los apuros de nuestra crisis y de los silencios terribles del presidente del Gobierno (que poco bueno hablan de él) hemos asistido a las cifras de millones de euros que clubes importantes de fútbol (el Real Madrid, el Barcelona) pagan por astros del balompié como Neymar, Cristiano Ronaldo –el futbolista mejor pagado de la historia- o el galés Gareth Bale. Yo no dudo que estos jóvenes jueguen muy bien al fútbol, pero me pregunto si en las actuales circunstancias ( y aún en otras) no debiera ser un escándalo mayúsculo decir que un futbolista va a ganar 57 millones de euros por temporada, es decir, por año. ¿No nos escandaliza? Pues entonces quizá nos lo merecemos.
No hay investigador científico (ni siquiera en oncología) ni escritor, erudito o sabio de la especialidad que fuere que gane ni de cerca la cantidad antedicha. Si esta cifra la ganase un político, todos correríamos (con razón) a abuchearlo, pero como al público medio le gusta mucho el fútbol –escape o lenitivo de tantos de sus males- pues a casi todos les parece bien y nadie protesta. Ya Lope de Vega cuando le acusaban de escribir algunas comedias facilonas para el público medio, escribió: “y pues las paga el vulgo/ es justo hablarle en necio/ para darle gusto.” ¿Estamos en algo parecido? Creo que sí, la mayoría del público futbolero es muy poco ilustrada (hago las excepciones que haya que hacer) y no le importa o no quiere darse cuenta del dineral inmenso que ganan sus jóvenes ídolos, de piernas más doradas que las de la mítica Marlene Dietrich que, en sus tiempos, aseguró las suyas por un millón de dólares. Risible bagatela al lado de las del guaperas Ronaldo. A mí –cierto, me gusta poco el “deporte rey”- todas esas cifras, 57 millones de euros al año, me llenan de repelús y de tristeza, y ando más que tentado de escribirle al presidente del Real Madrid, Florentino Pérez, diciéndole con toda humildad sino tendría medio millón de euros, nada, para un pobre plumífero como yo y pagarse una oda laudatoria (Píndaro las hacía) o algún panegírico elocuente como el que Plinio el Joven hizo del gran emperador Trajano.
Querido, admirado don Florentino, hidalgo del deporte y de la bondad caudal ¿no le sobrarían unos euritos para quien esto escribe? Y no tema, si ofende a su modestia el panegirico, pasamos la oda victoriosa a Cristiano que –créame- estará más que encantado.
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