ARTE DECORATIVO, EFÍMERO
Se suele olvidar un tanto que la abreviatura francesa “art deco”, no corresponde sino a “arte decorativo”. Al decirse “decorativo” ese arte de alrededor de los pasados 20 y algo adelante, asumía una clara modernidad y en alguna de sus vetas, una también clara actitud humilde. El “Art deco” fue pintura, arquitectura -vetas muy sólidas- pero también y era más nuevo dibujo ( figurines, telones de teatro o “music hall”) lo que dio lugar, como el diseño, muy atractivo, de portadas de libros, a un arte -lo es- que debió saberse efímero desde el principio, de hecho muchos de esos diseños o realizaciones se han perdido, creándose así un hilo de conexión entre el “art deco”, el “arte efímero” y aún el “arte pobre”.
Ese lado efímero, y los creadores que, con mucha belleza, lo practicaron (el “deco” de figurines, portadismo o diseño, desde trajes a jardines) son o han sido personajes muy olvidados. Sirva esta nota para ayudar al rescate de uno de los más brillantes: Antonio Juez (1883-1963). Homosexual, algo dandi entre Madrid y París, Juez era nacido en Badajoz, cuyo museo de Arte Moderno tiene algo de lo mejor de su muy decadente y llamativa obra pictórica, como el tríptico mágico-diabólico o el bello cuadro sobre Heliogábalo adolescente, ahora expuesto en Madrid en una colectiva… Pero muchos de los dibujos que hizo como portadas -en colecciones muy populares- para sus cercanos amigos Antonio de Hoyos y Vinent , marqués y príncipe decadente, o Álvaro Retana, el verdadero grande de la frivolidad, se han perdido, al menos los originales. Estos cuadros y portadas a los que aludo son una enorme y muy bella demostración de otra conexión del “art deco” que -en la línea muy esteticista que digo- conecta en plenitud estilizada pero no menos “perversa”, con el gran tronco decadente del “fin de siglo”. Beardsley y tantos otros, entre ellos Antonio Juez.
Dejado de lado por las modas nuevas en arte (o en política) Juez se retiró a su lejana ciudad natal donde diseñó jardines, que aún existen y escribió algunos libros sea de semblanzas personales o un curioso y atinado tomito sobre el notable pintor renacentista Luis de Morales, que nació en un pueblo -Arroyo de la Luz- de esa provincia. Antonio Juez ha vivido un largo olvido que comienza a quebrarse. Otros áureos decadentes, también recuperados, lo acompañaron siempre: el encantador y sutil dibujante Pepito Zamora, discípulo en París, de Paul Poiret y compañero de clases allí del refinado Erté (que lo cita admirativamente en sus memorias), el propio marqués dandi y anarquista, Hoyos y Vinent , que vestía en las manifestaciones de la FAI, overol de seda natural y siempre su monóculo, o la “bailarina de los pies desnudos”, la elegante y lésbica Tórtola Valencia, que murió olvidada en una torre cerca de Barcelona…El trío nocturno que conformaban Tórtola, Hoyos y Pepito -imagen de los pecados mortales- fue la fascinación de muchas noches decadentes y “deco”,en torno a 1920. Personajes – y podríamos hacer una lista mayor- que no deben perderse, como el título de uno de los últimos libros decadentes del marqués de Vinent: “Aromas de nardo indiano que mata y de ovonia que enloquece”. Ovonia -no es esfuercen- es una flor rarísima.
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