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“Antinoo” de Fernando Pessoa y más…

La editorial Salto de Página acaba de reeditar un librito que salió hace muchos años (1985) en Jerez y que estaba agotado y extinto. La traducción (bilingüe) del poema inglés de Pessoa “Antinous”, fechado en Lisboa en 1915 y publicado poco después en una plaquette., traducido al español cuidadosamente por David Pujante y Carmen Torres y con una breve y jugosa introducción de Pujante sobre la figura de Antinoo. Como sabemos hay un Pessoa en inglés diferente al mucho más  famoso que trazó a Álvaro de Campos o a Ricardo Reis… Un poeta más finisecular, pero en cualquier caso notable. A ese estilo, heredero del simbolismo (como vio ya Jorge de Sena) pertenece este poema puesto en boca de Adriano que lamenta la muerte de su amado Antinoo… (“La lluvía caía fría en el alma de Adriano”). El poema es seductor como lo es asimismo el tema, la relación entre el emperador de Roma -de origen hispánico- Adriano y un muchacho muy bello y oriundo de Bitinia, llamado Antinoo. De la historia real sabemos poco, el joven Antinoo iba en el séquito del emperador como suamante o favorito. Era muy guapo y no tenía más de 20 años, pues es a esa edad cuando se arrojó al Nilo, el año 122 de esta era, probablemente como un sacrificio ritual para atraer sobre su dueño y amante Adriano el favor de los dioses. Apenado y en cierta manera decidido a devolverle el favor, Adriano creó una ciudad en Egipto -Antinópolis- junto a la zona del Nilo donde se ahogó el favorito y divinizó al muchacho, llenando el Imperio de estatuas suyas, algunas mera plasmación de su belleza y otras fusionado con las divinidades cuyo mundo podía compartir, desde Osiris a Dionisos…  Naturalmente este amor que nos retrotrae en homenaje a la relación erasta/erómeno de la Grecia clasica, será ensalzado por algunos historiadores antiguos y denostado por primitivos padres de la Iglesia  como San Justino o Aurelio Prudencio…

Fue en el siglo XVIII cuando (al par de la nueva valoración de la estaturaria griega hecha por Winckelmann) se empezaron a descubrir y a valorar las estatuas del hermoso Antinoo, algunas de las cuales son espléndidas, Muchos poetas (ya desde el fin del XIX)hemos celebrado a Antinoo, y claro están las célebres “Memorias de Adriano” (1951) de Marguerite Yourcenar que tratan de explicar al complejo y magnífico emperador. El poema de Pessoa vale en sí (aunque no sea el mejor Pessoa) pero es un estupendo pie para adentrarnos en la singular historia, sacrificio y estética del joven bitinio. Yo hice un poema del ciclo de “Desequilibrios” , “Antinoo herido”

También es posible que esos ardidos buscadores

de belleza, acechadores del minuto hermoso de la juventud,

también es posible que ellos no sepan amar, sin más.

La infancia, siempre. Un oscuro, herido daño primordial,

 

cierto, pero (incapaces de darse, egoístas, medrosos,

íntimamente cubiertos de sangre) no saben amar…

Buscan entonces con sed la gloria adolescente del

leopardo, el muchacho de Maratón, el dorio atleta suave

 

como los rubios aqueos, u oscuro como los coptos

que servían vino y miel… Noche tras noche, la búsqueda

no cesa y el Todo se desmiga en multitud…

¡Con lo hermoso que es compartir la vida en amor,

ver dormir, cansado del amor, a tu buen amigo feliz!

¡Desdichados estetas, agonizantes mendigos de una luz!

 


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