VER A DELACROIX
Para muchos el francés Eugène Delacroix (1798-1863) es el padre avasallador de la pintura moderna, aunque tuviera al fondo trazos de su formación en parte académica, en el taller de Pierre Narcisse Guérin. Claro que el uso abrasador de los colores (casi un “fauve” a veces) y los temas, lo vuelven romántico absoluto e iniciador del Simbolismo. ¿Se entendería a Moreau sin él?. Delacroix que, huérfano desde 1814, vive en casa de su hermana mayor Henriette, me vino de nuevo a la cabeza recorriendo el Museo Thyssen, donde hay un raro cuadro suyo, “Luis de Orléans descubriendo a su amante” (1826) que durante mucho tiempo se casi ignoró al no poderle dar nombre . La tela histórica -sucede en el Renacimiento- puede ser una leyenda verdadera o provenir de “Las damas galantes” de Brantôme… El príncipe levanta una sábana que muestra a su amante desnuda, pero ella se tapa la cara con la parte superior como al descuido. Sabemos que el amigo al que se le muestra a la mujer desnuda, es en realidad su marido, que no reconoce su cuerpo al no ver el rostro, por aparente casualidad. Para algún conocedor, el cuadro
tenía que ver con el propio Delacroix que nació -ultimo hijo de ese matrimonio- después de que a su padre, relacionado con la Revolución, lo hubieran declarado impotente. El cuadro es sin duda atractivo y peculiar, aunque no vemos al “orientalista” de las “Mujeres de Argel” (viajó personalmente al norte de África, donde ya se expandía el poder francés) ni mucho menos al autor de esos cuadros grandes, suntuosos o voluptuosos, donde se observa toda la grandeza del maestro: Desde el inaugural “La barca de Dante” (1822) en la que
va también Virgilio, el espectacular “La muerte de Sardanápalo” (1827) -para bastantes su obra maestra- o el cuadro que se ha vuelto icónico -como La Marsellesa- de la República: “La Libertad guiando al pueblo”, en el que la mujer con los senos desnudos, por encima de muertos o caídos, lleva en la mano la bandera tricolor.
Amigo de literatos y de otros pintores (trató mucho a Baudelaire, por ejemplo) acaso
Delacroix es un pintor literario que jamás olvida la pintura misma, si bien (en general) su obra anterior a 1840 sea la más notable. Murió con 65 años cuando hacía tiempo que había pintado lo mejor de su obra, incluyendo retratos y sobre todo un autorretrato espléndido… Acaso como todo romántico que se precie -y Delacroix conoció con certeza el color de la pasión- pensó que vida y juventud tiende a ser parecidas. Su huella está visible en muchos modernos. Él aprendió de Velázquez y vemos (no hace falta saberlo) que fue otro de los favoritos seguros de Salvador Dalí. No conviene olvidar la excelencia.
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