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SIEMPRE PICASSO

Coincidiendo con su cumpleaños (el 25 de octubre) se reabrió en París el gran Museo Picasso, un palacete del XVII, en el Marais, reconstruido y reacondicionado enteramente por dentro. Hay más espacio, se expone por tanto más obra y su disposición no es cronológica sino por temas o por metáforas. El presidente Hollande, en la reapertura delMuseo, ha dicho una de esas obviedades simplonas que los políticos se gastan mientras les dejemos en su estrechez: “El español Picasso es el gran honor de Francia.”

Pablo Picasso (1881-1973) es el arte moderno entero. Por eso pudo el genio decir, “yo no busco, encuentro”. Dalí, Matisse, Braque, Miró, Rivera, Siqueiros, Millares son partes excelentes del arte moderno, pero partes. La grandeza de Picasso es que jugó con todo y reinventó todo, desde sus primeros cuadros de realismo naturalista, hasta su paso por el simbolismo rosa o azul y las mil y una máscaras de un cubismo siempre distinto (hasta hacerse expresionista) como el paso que va de “Las señoritas de Avignon” hasta el “Guernica”. Picasso no cesó de sorprenderse a sí mismo, troceando figuras o volviendo a los minotauros con vaga sed de Grecia… Claro que si entendemos que Picasso fue y abarcó toda la pintura (y algo de la escultura) modernas, habrá que asegurar que buena parte de la genuina modernidad acabó con él. ¿Qué se pinta entonces hoy? Neovanguardia, postmodernidad, relecturas hiperrealistas, nueva abstracción… Como todo en un mundo seriamente en crisis, la pintura hoy (peor o mejor) se hace en fragmentos, en vías distintas. La modernidad era un bloque plural –Museo Picasso- y aunque haya dejado muchas trazas, ha desaparecido ya. A algunos les cuesta asumir lo que hasta cierto punto puede vivirse como una inmediata calamidad. Picasso pudo ser contradictorio,  a nosotros nos sale mal o muy mal. El gran enemigo del franquismo, director del Museo del Prado durante la 2ª República, es el mismo Picasso que vivió –con cierta tranquilidad- en el París ocupado por los nazis y no se quejó. Era ya un pintor de fama tan mundial como comunista, y si Freud se fue de Viena, él pudo irse de Paris. Claro, pero no merece la pena andar ese  sendero. Él era Picasso y encontraba no buscaba. Le gustaban ardientemente las corridas de toros (todo lo taurino está de capa caída en su propio país) pero a él le daría lo mismo. Arrastró a Cocteau a las barreras y este se hizo devoto de algo que no entendía. El misterio Picasso. Recuerdo muy bien el día que murió (abril de 1973, yo finalizaba la Universidad) y hasta la televisión de Franco lo colmó de elogios. Adoro a Dalí, un genio peculiar, pero hay que reconocerlo, el sublime Dalí envidiaba a Picasso. Recorran el nuevo Museo Picasso, sorprende. Pero no sólo la novedad de la disposición sino la maravilla de ese talento proteico –el picassiano- que hizo sin más ni más lo que le vino en gana. Es perfecto y raro: Abría una puerta y tras cada nueva puerta se extendía un largo, muy largo pasillo… Picasso, “tout court”. Complicado, sencillo.


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