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Decadencias

Shakespeare no era Shakespeare.

Eso es sencillamente lo que explica la película de Roland Emmerich “Anonymous”.  La película está bien hecha y ambientada en la Inglaterra elisabethiana, siendo una de las primeras veces que el cine comercial se hace eco de un célebre problema erudito que va ganando adeptos, la llamada “teoría de Oxford”.  Según ella, William Shakesperare (personaje del que sabemos poquísimo) habría sido un actor –como también consta que fue- que por conveniencia personal y motivos políticos prestó su nombre a las espléndidas obras dramáticas y líricas –de primera fila mundial- que escribió otro autor. De antaño se habló del filósofo Francis Bacon, del poeta y dramaturgo Christopher Marlowe y de un noble de mucho poder y abolengo, cuya afición a la literatura era bien conocida: Edward de Vere , Conde de Oxford (1550-1604). La película nos explica –con intriga y buenas interpretaciones- poque Oxford fue el autor de “Hamlet”, entre otras obras maestras…

Si leemos la “Enciclopedia Británica” (15ª edición) al final del artículo sobre De Vere, XVII Conde de Oxford, se lee: “Edward de Vere en el siglo XX ha llegado a ser el candidato con más fuerza para que se le atribuya la autoría de las obras de Shakespeare.” Nada dice –porque no hay una prueba concluyente- pero no poco insinúa. La candidatura de Marlowe cayó pronto      –como la de Ben Jonson-  primero porque ambos tienen una obra notable y en el caso de Marlowe ( más cercano en talento a Shakespeare) porque lo asesinaron en una taberna en 1593, demasiado pronto para que hubiese escrito cuanto se le atribuye al de Stradford. En cuanto a Sir Francis Bacon, barón de Verulam, además de padre del empirismo moderno y notable filósofo que escribía en latín (así “La nueva Atlántida”) era un alto hombre de Estado, al que no le convenía ser autor de teatro –el mundo de los cómicos todavía no gozaba de mucho prestigio- y además en vulgar. Este mismo motivo (entre innúmeras intrigas palaciegas que afectaban a la misma reina Isabel) sería el que impediría a Edward de Vere  firmar como autor de las obras que escribía y que cayeron en el nombre de un actor hijo de un comerciante analfabeto: Shakespeare. Quien terminó retirado en su pueblo, pese a la creciente nombradía que debió a Edward de Vere, persona muy querida por la reina (que lo protegió cuando se arruinó) y que protegió a su vez a muchos poetas, músicos y dramaturgos, que a menudo –al menos diecisiete veces- le dedicaron sus obras, entre ellos poetas tan refinados como John Lily, el autor manierista de la novela “Euphues”, Edmund Spencer o Thomas Churchyard entre otros… Naturalmente la verdadera autoría de las obras de Shakespeare era sabida por muy pocos (entre ellos Ben Jonson) que debieron jurar guardar el secreto. Y en aquel tiempo –y más por orden de un poderoso- matar era muy fácil. Como según dije no hay pruebas concluyentes, salvo lo poco que se sabe de Shakespeare y su cultura y lo mucho (al contrario) que se sabe de De Vere, la polémica sigue abierta. De un lado los “stradfordianos”, los que creen que Shakespeare era el autor de las obras a él atribuidas y de otro los “oxfordianos” (entre los que han estado Freud, Whitman, Emerson o Chaplin, entre otros) que son los que afirman que las obras del pobre actor Shakespeare, un pueblerino, eran obra del muy culto y refinado Edward de Vere, Conde de Oxford. Vean la película.


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