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Decadencias

Secreto, sexo y felicidad.

Poco en la portada del libro de Scotty Bowers (un hombre en una gasolinera y unas célebres figuras de Hollywood haciendo cola al otro lado del surtidor) permiten, pese a su exactitud, saber qué será exactamente el libro “Servicio completo” que pone hoy a la venta Anagrama. Sólo el subtítulo dice: “La secreta vida sexual de las estrellas deHollywood”. Y eso es, claro y limpio. Scotty Bowers –ahora 90 años, 89 cuando se publicó el libro en inglés- era un chico pobre de Illinois, que fue “marine” durante la 2ª Guerra y que luego se quedó a vivir en California, porque le gustaba todo aquello. Bowers  -de poderosísima e indiscriminada libido- trabaja en una gasolinera cercana a unos célebres estudios cinematográficos, hacia 1948. Un día llega a repostar un auto notable y en él un famoso actor de la época, Walter Pidgeon, que le hace proposiciones cautas a Scotty. Este no tiene inconveniente. Y ahí empieza su enorme relación con muchas figuras del Hollywood dorado, obligadas por la moral puritana de los estudios a llevar doble vida, y por una “Brigada antivicio” que más que un país libre sugiere una dictadura de ayatolás. A Scotty(bisexual) le parece que el sexo libremente consentido es bueno y nos hace felices. A él le da igual montárselo con mujeres que con hombres –aunque creo que hay más hombres- y buscar a amigos y amigas dispuestos a hacer lo mismo (a veces sexo pagado, evidentemente) pero sin llevarse él ninguna comisión, que juzga feo entre amigos. Nunca hay la menor conciencia de culpa sino enorme y radiante felicidad, máxime cuando el gasolinero se convierte en barman de fiestas privadas. Naturalmente el libro es una inmejorable sucesión de cotilleos sexuales de famos@s , pero también un claro y buen alegato en pro de la libertad sexual e individual. Nada que ver con aquel “Hollywood Babilonia” de un poco conocido director, Kenneth Angers, que sólo habla de morbo y delitos. El libro se editó en París en 1959 y sólo llegó a EEUU (con reparos) en 1965. Angers es el anti Bowers, que dictó su libro –o trabajó a dúo- con el periodista Lionel Friedberg. Como sea el resultado se lee muy agradablemente y no hay delitos ni sordidez ni  cuando pudiera haberla habido…

Sabemos claro la homosexualidad de importantes literatos o fotógrafos que trabajaron para el cine, desde Noel Coward a Somerset Maugham, pasando por Tennessee Williams o Cecil Beaton. Pero los platos fuertes están entre actores y directores: George Cukor y sus piscinas llenas de chicos desnudos. El perfecto disimulo (programado por el estudio) del amor entre Spencer Tracy y Katherine Hepburn. Él homosexual casado y ella plenamente lesbiana. Rock Hudson (no poco atrevido) hasta que el horror del sida lo saca del armario.  Los ambiguos, ambidextros (y refinadísimos) duques de Windsor. Anthony Perkins pareja de uno de los guaperas juveniles de la época, Tab Hunter. Y Cary Grant que vivía con su novio. La lista es interminable y muy curiosa (la ninfomanía de Vivien Leigh) pero lo mejor la llaneza y limpieza de un libro moral, muy moral, aunque sin falso puritanismo.

 


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