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Decadencias

Reencuentro con León Felipe

En verdad me es grato, muy grato volverme a encontrar con este tomazo de las “Poesías completas” de León Felipe en Visor, porque hacía mucho tiempo que no lo leía, que no volvía a él… Y sin embargo León Felipe era (en mis primeros años universitarios en Madrid, apenas hacía meses de su muerte) el poeta por excelencia del compromiso y de la rebeldía, con Celaya y con Miguel Hernández, pero, claro, León Felipe era mayor. Estuvo en boca de todos los cantautores, desde Paco Ibáñez hasta Serrat, que sin embargo lo citaban menos… ¿Quién no ha cantado “Sé todos los cuentos”, un poema de León Felipe? “Que el llanto del hombre lo taponan  con cuentos,/ que los huesos del hombre los entierran con cuentos…” ¡Qué familiares y viejos me son estos versos!

Vienen muy bien estas “Poesías completas” de León Felipe (1884-1968), en edición de José Paulino, porque el singular poeta zamorano que murió en el exilio de México, nunca ha estado bien ubicado en nuestra poesía. En parte porque cuando editó su primer libro en 1920, “Versos y oraciones del caminante” (lo había leído meses antes en el Ateneo de Madrid) León Felipe, el inquieto, farmaceútico de profesión, tenía ya  36 años, tardío comienzo, pero antes una vida de andanzas y bohemia, que continuó con posteriores estancias en Guinea Ecuatorial (entonces colonia española), México y Estados Unidos, antes de volver a España al filo de la República y formar parte activa en la guerra y el exilio de la España republicana. La caudal poesía de León Felipe casi no cabe en ninguna generación (acaso un viejo excéntrico de la del 27) pero está llena de pasión, de arrebatado lirismo directo, del vigor whitmaniano, sí con quien tanto se le asocia: en 1941, León Felipe publicó su muy multiplicada traducción de “Canto a mi mismo” de Whitman. Muchos de los poemas de nueva narratividad de León Felipe, como muchos de “El gran responsable” (1940) parecen estar hechos para ser leídos vibrantemente ante muchos espectadores en grandes estadios… Y no le faltó público ni fama a León Felipe en México y en América. En 1963 y en Buenos Aires se editaron sus “Obras completas” y las antologías de su lírica -incluso para niños- son legión, siendo muy famosa la “Antología rota”, publicada en Losada, Buenos Aires, en 1947 con epílogo de Guillermo de Torre y que yo leí de adolescente, en una de sus muchas ediciones. Voz del canto, de la singualidad y de la protesta, León Felipe no contó con las bendiciones de Juan Ramón Jiménez , que lo llama “el primero entre los menores”, ni desde otro ángulo con la de Luis Cernuda, que sin embargo hablaron de él, porque uno no puede saltarse esta obra peculiar, sencilla y señera. Cuando la actriz Sara Montiel (joven y guapa) estuvo semiexilada en México se hizo muy amiga de León Felipe, y guarda un foto del poeta con una expresiva dedicatoria… “Rocinante” es el título de su último libro (1969), ya póstumo. “Eras tú, Rocinante/ ¡viejo caballo sin estirpe!…” Caudaloso León Felipe, con sus gafotas negras, traductor de Whitman pero también de Eliot, amigo del nada fácil Octavio Paz, que lo respetaba… Aventurero nato, que creía en la pura palabra y en el hombre puro y duro… Hay que ubicar y releer a León Felipe. ¡Qué gusto volver a verlo!


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