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RECOBRAR A AQUILINO DUQUE

Tengo la sensación de que el ya viejo pero bien puesto Aquilino Duque (Sevilla, 6 de enero de 1931) es un escritor y poeta de larga trayectoria, marginal a su generación, que es la del 50 -ya muy mermada- apenas conocido fuera de esa Sevilla suya ahora mismo. Por eso es la benemérita editorial sevillana Renacimiento, la que acaba de publicar una antología poética de Duque con el título -quizá no infundado- de “Palabra secreta. (1958-2018).” El compilador y prologuista, acaso breve, es el poeta sevillano asimismo Juan Lamillar que últimamente, creo, se ha prodigado poco.  Desde el inaugural “La calle de la luna” de 1958 hasta “Entreluces” (2009) más algún inédito, la poco conocida labor poética de Aquilino Duque sigue una trayectoria muy coherente de fervor por la palabra, la belleza y un cierto culturalismo, que en algún poema pudo hacerle parecer cercano a los “novísimos”, en general, aunque no conozco a ninguno de esos novísimos cercano a él. También se le debiera considerar cercano a “Cántico”, pero sin homosexualidad ninguna.  Duque es también articulista, novelista y ensayista, pero como la mayoría de los poetas se prefiere “poeta” ante todo. Aquilino Duque ha sido traductor en organismos internacionales y ha residido en Gran Bretaña, Italia y los

EEUU.  Viajado, culto y sin dudar buen poeta (a su calidad puede faltarle apenas un atisbo de voz más personal) a Duque le persigue -no sé si es palabra exacta- una vaga leyenda de hombre algo hosco y muy reaccionario. Yo sólo lo he visto y saludado un par de veces y siempre fue cordial y sonriente Aquilino Duque, hace más de diez años, cuando a mí ya me había llegado su leyenda de muy derechista, no sólo basada en una novela como “El mono azul” (1973) sino en artículos y libros de opinión. Guillermo Cabrera Infante, gran novelista cubano en el exilio y sin duda hombre muy exagerado pero anticastrista furibundo y anticomunista claro -pese a que sus padres habían sido comunistas, antes de la hoy fracasada Revolución de Castro- almorzó una vez con Aquilino Duque, al que ya conocía, no sé si en Ginebra. Exagerado y a veces con un psiquismo problemático, el gran novelista Cabrera no podía ser tenido por “izquierdista”. Sin embargo (Cabrera sí era enormemente tolerante y abierto en todos los temas que atañen a la moral individual) me dijo que Duque le contó cosas tan tremendamente reaccionarias en esa comida, que Cabrera tuvo que excusarse y salir. Decía que fue a vomitar. Esta vieja historia -no sé con cuanta verdad o cuanta exageración- la oímos en tiempos muchos que fuimos amigos de Cabrera Infante. Por eso, acaso, teníamos cierta prevención ante Aquilino Duque, que es hombre educado y correcto, muy fino poeta (nada desdeñable) y un hombre de religión y derechas, lo que obviamente no está prohibido. Por lo demás ese elemento ideológico (lo religioso católico algo sí) no aparece en su poesía. Al menos en esta buena antología que acabo de leer. Recuerdo que el primer libro de Duque que leí -me lo regaló Abelardo Linares- fue “Aire de Roma andaluza” en 1978.  Narro todo esto, porque supongo que es más que hora de acercarse a Aquilino Duque, a su buena poesía o a sus libros contra muchas cosas, porque se debe conocer para juzgar. Como me ha gustado “La palabra secreta” -leída en Colombia- vaya mi felicitación a Duque por sus versos y el deseo, con discusión o no, de que se le conozca.  Ha habido escritores de derechas muy notables. No sólo Sánchez Mazas, sino Céline o Ezra Pound también…(“Sobre el Mediterráneo centellas de aluminio./ Sorteando la muerte trepan los camiones./ ¿Será Dios quien nos mande ángeles de exterminio/ grises como aviones?…” Inicio del poema “El último viaje de Antonio Machado”.)


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