Decadencias
PATTI SMITH, ESCRITURAS
A punto de cumplir 70 años (el próximo diciembre) Patti Smith da muestras no sólo de ser el último personaje activo de la generación del Nueva York/Babilonia, sino que escribe, canta y mantiene una vida bohemia que ha sido una seña de identidad de su tiempo… Amiga de Mapplethorpe y de Lou Reed usó su juvenil aire andrógino para reivindicar al joven Rimbaud (se parecía) y cantar en ese gran primer álbum que fue “Horses” (1975). Poeta como cantautora y poeta de libros de versos –para leer- o memorialista, su último libro “M Train” (Lumen) es una especie de dietario y memoria de una mujer que está bloqueada para escribir y sale del bloqueo contando esa suerte de “nada” que le ocurre y que se convierte en mucho… Leyendo a Patti –también en sus memorias “Éramos unos niños”- uno no piensa en la cantante o cantautora (aunque tal vez sea su faceta más popular) sino en una escritora, que busca siempre el lado de la poesía… A veces me hace pensar en Leonard Cohen, muy
conocido como excelente cantautor, pero también poeta y novelista, como en esa bella obra que es “Hermosos perdedores”. El un tanto inesperado Nobel de Literatura a un gran cantautor como Bob Dylan –más allá de su sociológico ser totémico- me vuelve a Patti Smith y a Cohen, que separan al cantautor del poeta o escritor, porque hoy no son en absoluto la misma cosa…
Ante el premio a Dylan hay quien ha recordado a los trovadores medievales. Se premia a un trovador de hoy como lo serían también Cohen o Smith, pero la comparación medieval no procede. En la Edad Media toda la poesía era cantada o se acompañaba de música –la poesía lírica- y la voz “poeta” (que no trovador) se aplicaba a quienes escribían en latín o comenzaban ya como Petrarca a diferenciar lo que hoy es claro: poesía para ser cantada con música (cantautor) y poesía para ser leída (poeta). Naturalmente la poesía cantada es siempre más popular que la escrita, pero muy a menudo los logros de los
poetas escritos van mucho más lejos que las letras (poéticas) de los cantautores. Un libro con las letras de Aute o de Serrat no es comparable literariamente con los poemas de Brines o de Gil de Biedma. Y por supuesto, respeto a todos los citados y todos me gustan, pero su tarea no es igual y menos si bajamos el escalafón de los cantautores hasta grupos de tres veranos como “Andy y Lucas”. ¿Qué se diría de un poeta que escribiera “límpiate esas lagrimitas de cristal”? Resulta pedestre el uso de una metáfora lexicalizada. Cada cual es libre de echar su cuarto a espadas, pero cuando toda (o casi toda) la poesía era cantada, no se producía el problema que abrió el Renacimiento, entre canción y escritura. Dylan está magníficamente en el lado de la canción de autor, Leonard Cohen y nuestra singular Patti Smith hacen bien en diferenciar sus dos caminos. “M Train” es el libro de un cabal escritor, y bajo tal óptica la cantautora –trovatriz, decían en la Edad Media- queda de lado. Juntos, claro es, pero no revueltos. Con sincera admiración.
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