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Decadencias

Pasolini, la ira perpetua

La Fiscalía de Roma ha vuelto a abrir un  caso que fue sonadísimo y trágico en su momento, y por el que sólo hubo un condenado, (menor, cuando ocurrieron los hechos) Pino Pelosi, 17 años, que ejercía de chapero a las puertas de la Estación Termini de Roma, junto a otros amigos dedicados a la pequeña delincuencia. ¿Pudo aquel chico matar salvajemente a Pasolini, apaleándolo y pasando el coche más de una vez sobre el cuerpo del cineasta? ¿Actuó sólo? ¿Le ayudaron sus amigos? ¿Les dio dinero alguien, además, muy influyente, muy poderoso, a través indudablemente de una mano enguantada?

 El director de cine y periodista Marco Tullio Giordana publicó en 1994 un libro que aclaraba muchísimas cosas, sobre la madrugada aquella del 2 de noviembre de 1975 en Ostia, cuando el poeta Pasolini fue masacrado: “Pasolini, un delito italiano” (en castellano lo publicó Ronsel hace algo más de un año, y entonces se habló muy poco del libro). Giordana demostraba – revisando todas las pruebas judiciales y periciales – que Pelosi no pudo materialmente actuar solo. Que acaso ni siquiera él mató a Pasolini, y que fue únicamente el señuelo, la carnaza para el crimen. Un “delito italiano” – entre otras cosas – era eso, un delito impune o sólo parcial y equivocadamente castigado. Poco más tarde le dirían al omnipresente y potente Giulio Andreotti: ¿Cuántos años hace que gobierna la Democracia Cristiana en Italia? A lo que el gran preboste respondió: “Desde Constantino el Grande”. Y no era una broma.

En sus “Escritos corsarios” (sus últimos artículos reunidos, los de 1975) Pasolini fustigaba a aquella clase política corrupta. Pasolini odiaba a la Democracia Cristiana no sólo por sus hoy probadas corruptelas, sino porque había acabado con el pueblo italiano. (Pueblo en su sentido antropológico). El que tanto amaba Pasolini en sus muchachos. A causa del dinero, y de costumbres pequeñoburguesas  mal asimiladas, el sexo (antes placer) se había vuelto también mercancía, como todo. Pasolini, obviamente, no estaba contra la prostitución en sí, sino contra la prostitución de la sana moral popular, muy pagana, aunque bajo advocación de santos, que ahora (ya en su tiempo) se había tornado capitalista y agnóstica. Otra contradicción de Pasolini, de lo fértil de su pensar: No siendo católico creyó en otro tiempo católico, con culpa y gozo. Buscó el cuerpo popular de Pelosi y halló la muerte en el capitalismo armado. Lo que denunció lo mató. Y aunque tan tarde acaso venga a verse, hoy, mayor verdad. Hoy que todo está peor. Hoy cuando el capitalismo, además, se une con el puritanismo más antañón. Pasolini sigue siendo escándalo ahora.


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