PARAPETOS, VALLAS… (TRUMP)
(Este artículo se ha publicado en El Norte de Castilla).
Dirá más de un lector si no estamos ya un poco cansinos con el tema Donald Trump, máxime si se tiene en cuenta que quedan aún unos 60 días para que sea de facto presidente de los EEUU. Que tenemos razón en prevenir y machacar, si se me permite decirlo, en ir alertando al personal todo, lo certifica desde el saliente (y un tanto asustado Obama) hasta la política que prepara la Unión Europea. Todos están dedicados en este 
momento a una tarea de rápida prevención, como vemos que hacen en los países tropicales –pensemos Cuba, Jamaica o la misma Florida- cuando se acerca un huracán de fuerza 1 y entonces refuerzan con maderas puertas y ventanas, se asaltan los supermercados en busca de provisiones por lo que pueda 
acontecer, que luego –además- acontece… Ese huracán o tornado devastador (también en su propio país, no sé si ello es consuelo) es lo que se espera con la llegada a la Casa Blanca –supongo que lo convencerán de que es ahí donde debe vivir, echó pestes- del vulgar y oprobioso multimillonario de extrema derecha. Piensen que tal grado de vulgaridad y derechismo en un país moderno y democrático –aunque cada vez haya que repasar más y mejor todo lo
que ese nombre implica- es del todo desusado, nuevo y bastante temible y más si vemos los asesores que ya ha buscado Trump, la mayoría del ala dura, o sea puros halcones.
Obama anda en una postrera gira pidiendo calma pero advirtiendo a los aliados de la OTAN (insisto en que me da pena la dulce inutilidad del viaje) mientras una seguidora de Trump, aunque aún destituida, llama simia –por negra- a la aún primera dama, Michelle… 
Los ministros de Asuntos Exteriores de la Unión Europea se reúnen y volverán a hacerlo para estudiar cómo parar o alejarse del inminente vendaval Trump, y lo que todavía suena más grave, también se van a reunir los ministros de Defensa de la Unión para ver alternativas lejanas a las posibles patadas y llamaradas que creará el nuevo presidente, que llega al poder con una granada de mano con la espoleta ya desprendida. Recordamos lo que fue la presidencia ultra de aquel bronco vaquero llamado Reagan; pues todos los analistas están de acuerdo en vaticinar que Trump es una suerte de Ronald Reagan al cubo. O sea el vaquero un moderado sumiso, al lado del millonario chulesco. En Latinoamérica (y especialmente en México, 
donde el peso ya se ha devaluado tres veces) se tiembla o ríe por no llorar. El odio antigringo –y desde luego con harta razón- se centuplicará en casi todo el mundo. Por supuesto que habrá quienes aconsejen moderación a la fiera y tendrá días y discursos tibios cara a la galería, pero si no supieran quién es y las barbaridades que puede cometer un patán envanecido, no asistiríamos –como estamos viendo y veremos- a este espectáculo insólito de poner vallas, parapetos y barricadas, y eso los mismos aliados del país afectado, sólo porque llegue un nuevo presidente a la Casa Blanca. El hecho es insólito y debe dar qué pensar sobre qué clase de mundo hemos construido. Baste recordar que en unas declaraciones repentinas, 
Trump dijo que la Casa Blanca era un cuchitril inhabitable… ¿Habló el subconsciente colectivo?
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