Imagen de artículos de LAdeV

Ver todos los artículos


Decadencias

Paganismo

David era un joven profesor divorciado. Yo soy su hermano y miro el mar desde la misma terraza en que él lo miró aquella noche. Decía que la vida debía cambiar. Que no había nada peor para alguien joven (aunque la mayoría no se de cuenta) que ver la vida como una permanente tarde de Domingo. Por eso decidió irse a buscar algo-no sabíamos qué- a una de las islas volcánicas, tan hermosas y salvajes, del sur italiano. Creo que pensó en Ústica y en alguna de las Lípari (Strómboli, imagino) pero finalmente terminó en una de las más lejanas, la desconocida Pentellería entre Sicilia y África…
Iba sólo, porque los buscadores siempre van solos. Pero en Marsala (donde se toma el barco para Pentellería) conoció a un chico francés de nombre Cedric, como él tostado por el sol, con pantalones cortos, pelo largo y escueta mochila. Según Cedric (que iba por segunda vez a la isla) se trataba de un lugar sagrado, habitado por brutales y cariciosos dioses telúricos. No era verdad lo que Plutarco cuenta. La voz que oyeron unos pescadores diciendo “El gran dios Pan ha muerto”. No era verdad. Cedric pintaba y se bañaba desnudo en el mar, sobre todo en noches de luna. Una de esas noches David le oyó gritar en el agua, como si copulara dichosamente con una sirena. Habían bebido mucho vino blanco (volcánico) en la cena y habían fumado marihuana. David vio llegar a Cedric a la habitación, reluciente e inmensamente feliz y dormirse luego como un niño. Él (en la cama de al lado y tras apagar la luz) sintió que la luz lunar y el aire cálido se llenaban del olor de jazmines e hibiscos y se sintió volar. El mundo era suyo por el puro goce y no moriría nunca. Desnudo bajó al mar (en aquel estado de ebriedad dionisíaca) y sintió que las aguas llenas de algas, eran el reino feroz de la lujuria. En las olas oscuras besaba los labios de una mujer mientras creía que un toro le hería el vientre. Creyó que eyaculaba dentro del agua y que Cedric tenía razón. Pan volvería a salvar el mundo. Volvería el reino de la extremada alegría. Las olas lo revolvieron y lo dejaron otra vez en la playa, erecto, con sabor a vino y los labios purpurados de flores. Se acostó. Cedric al día siguiente (era muy cerca del mediodía) lo halló muerto. El forense local dictaminó que un infarto agudo de miocardio había acabado con mi hermano. Yo he llegado hasta aquí (desde luego es un lugar mágico) para repatriar su cuerpo. Cedric llora y reza algo incomprensible. Habla del pánida celeste. No sé lo que dice. Lo curioso es que (según el forense) David no estuvo en el mar aquella noche. Lo que he contado lo escribió en su cuaderno mientras veía a Cedric chillar de gozo dentro del agua. El francés es pintor y quizás esté algo pirado. Pero desde esta terraza, perdido en Pentellería, sé que David encontró lo que buscaba. Pues después de narrar su orgasmo marino, escribió en el cuaderno: Ya he muerto. ¿Puede alguien desear una cercanía mayor a la verdad? Muerto de vida, seguro que el gran Pan recorre su isla. La pensión, por cierto, se llama “La Sirena”. Por si gustan ustedes de los misterios.


¿Te gustó el artículo?

¿Te gusta la página?