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Otra vez la ultraderecha

(Este artículo se publica el jueves en El Norte de Castilla).

Suelen decir los analistas que la visibilidad de las opciones extremas (en política) se corresponde a tiempos de crisis, incertidumbre y desencanto por parte del ciudadano, ylas tres cosas son hoy mucho más que evidentes. Pero la extrema izquierda –fuera de grupos pequeños terroristas o casi terroristas- se ve poco. Incluso las izquierdas alternativas, como “los verdes”, apenas terminan de cuajar. Lo que está claro es la creciente decepción con los partidos tradicionales (PP o PSOE aquí) y con los políticos que los rigen, que jamás llegan al aprobado en las encuestas. Pero en España la noción de “extrema derecha” se sigue vinculando a los residuos del franquismo (como el alcalde gallego, noticia estos días) o a grupos “neonazis” que más bien parecen “cabezas rapadas” y más se comportan como bestias, incluso entre ellos, que con ningún tipo de civismo. Sin embargo en un lugar –siempre algo remoto, pero pacífico y de buen nivel de vida- como Noruega, un partido neonazi acaba de llegar al poder. Evidentemente ahí pesa la xenofobia. Se ve que algunos noruegos no quieren ver alterado su soso paraíso blanco. El caso del Frente Nacional francés –feudo de la familia Le Pen- parece otra cosa. En Francia (desde 1900) la extrema derecha siempre ha tenido mucha fuerza –acaso el célebre chovinismo galo- pero nunca ha llegado al poder, si se excluye el colaboracionismo de Vichy con los alemanes durante la 2ª Guerra. La extrema derecha francesa es ante todo xenófoba (en esto coinciden todas) y antieuropeísta. Marine Le Pen quiere ahora que se expulse de Francia a rumanos y búlgaros, sobre todo gitanos, y tiene mucha gente con ella. Claro que el voto francés a la extrema derecha parece privilegio de burgueses muy carcas, bien arreglados. Los de las porras y las pistolas      – jóvenes y brutos- andan por detrás para hacerle al burgués el trabajo sucio que desea pero no le gusta. En cuanto al caso de “Alba dorada” en Grecia –al borde de la ilegalización- me resulta más comprensible, por más que no dejen de ser salvajes. El pueblo griego, moralmente derrotado y hundido, pobre de solemnidad por los famosos recortes, y más antialemán que nunca, desea una solución a su desesperanza y a su aversión a los políticos dóciles que lo guían: Si no se piensan mucho las terribles consecuencias que todo neonazismo comporta, sin duda han visto en “Alba dorada” (el mismo nombre que una sociedad ocultista inglesa de principios  del siglo XX, “Golden Dawn”) una solución momentánea, algo que les permitía levantar la cabeza. Con todo, elneonazismo europeo sólo da indicios, pero indicios vehementes, y por tanto peligrosos. Noruega y Francia representan un peligro potencial mayor que Grecia. ¿Y nosotros?  Pues sin duda hay no poca gente esperando un líder, porque no hay líder. Un nuevo caudillo que le cante las cuarenta a Rajoy (blando ylelo, para ellos) y que no sea un beato del viejo nacionalcatolicismo obsoleto. Recuerden, falangistas y fascistas eran poco católicos. Eso es derecha vieja. ¡Cuidado! No se puede hoy decir otra cosa.


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