NINO CESARINI . ¿TRÁGICO O SUBLIME?
El deseo de escribir algo más sobre el extravagante y millonario francés Jacques d’Adelswärd-Fersen (1880-1923), decadente muy olvidado pero no exento de curiosidad literaria finisecular -véase su novelita traducida por Amistades Particulares, “El beso de Narciso”(1907)- me lleva de pasada, unos momentos intensos, a la figura de quien fue su amante principal e inicialmente su heredero, un chico italiano muy hermoso llamado Antonio (Nino) Cesarini… Es el tema del esplendor y rápida caída de la belleza joven (cuando aparentemente no hay otra cosa) que traté por extenso en mi libro “Mártires de la Belleza” (Cabaret Voltaire) … Esplendor en la yerba y poco después un permanente invierno. Sus escándalos sexuales con muchachos, más aparatosos que graves, habían hecho que Fersen (familia paterna de origen sueco, como el amante de María Antonieta y magnates del acero) fuera expulsado de Francia, donde era un joven autor de unos decadentismos ya no nuevos, y -nadie lo diría hoy- entonces Jacques se fue a Italia y a la bella isla de Capri, famosas entonces por su permisividad sexual. Fersen decidió construirse una villa en la isla de Tiberio que (en honor de Platón) se llamara “Villa Lysis” y en su entrada -se conserva- se lee la inscripción “Amori et dolori sacrum” (Consagrada al amor y al dolor). Mientras construían la villa, el barón Fersen viajó por el extremo oriente donde se aficionó al opio. Y en Roma conoció en 1904 a un muchacho muy bello y humilde -trabajaba como albañil con apenas quince años- llamado Nino Cesarini. Fersen habló con los padres del muchacho y les pidió llevarlo con él a Capri, cuidar de su salud y educación y hacerlo su secretario. Los padres accedieron y Nino se convirtió en el gran amor de Fersen y a quien por cierto dedica “El beso de Narciso”, una entre sus novelas y libros de poemas, homoeróticos y
decadentes, a veces situados en esa Antigüedad considerada como un templo de oro por los perseguidos o mal vistos por su libertad sexual… Parece que Nino, hacia los dieciocho años, era una belleza celeste. Fersen hizo que Nino fuera fotografiado por uno de los célebres barones alemanes (que eran primos hermanos) en este caso por el más atrevido ,aunque algo menos conocido, Wilhelm von Plüschow. No todas las fotos que se dicen que es Nino posando con atavíos antiguos es él, pero en tres es muy claro el mismo modelo y la misma belleza. Hizo una estatua de él (que adornaría el jardín de la Villa) un conocido escultor italiano, Francesco Jerace. Con pose miguelangelesca, Nino luce el esplendor de la juventud inmarchitable y que se marchita. La estatua no se conserva, pero sí la foto que de ella hizo el aludido barón alemán. En 1908 lo pintaron Umberto Brunelleschi -otro cuadro perdido- y el alemán de nuevo, Paul Höcker, bello lienzo del muy hermoso Nino, hoy en una colección privada… Nino in excelsis. Pero en noviembre de 1923, Fersen murió víctima de una sobredosis de cocaína (trataba de huir del opio) en una copa de champán. Para algunos fue un suicidio de aquel hombre multimillonario y amante de los muchachos bellos, que literariamente nunca triunfó…
Nino heredó la Villa Lysis -era un hombre culto, sabía idiomas- pero como no la podía mantener (dicen) se la vendió a una hermana de Fersen por 200.000 liras, menos de lo que costaba. Ya maduro y no amante sino íntimo amigo de su protector, Nino Cesarini -que había luchado en la 1ª Guerra Mundial- vuelve entonces a Roma y se eclipsa para siempre. Según algunos muere víctima del opio y según otros además vive en la miseria casi vendiendo periódicos… Nino Cesarini nació en septiembre de 1889 y murió en Roma -pasados todos los esplendores capriotas- en 1943 según los más, en octubre o en 1934 (un mero baile de números) según otros. Parece importar poco, Nino -Antonio- ya no era nadie. Había sido un dios. Cuando Peyreffitte escribe “El exilado de Capri” (1959), novela biográfica sobre Fersen, Nino ya no está. Todo es niebla y sueño. ¿Por qué me atrae tanto esta figura de perdedor magnífico? Nino Cesarini, todo y nada.
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