Decadencias
Mohamed Chukri, el golfo que nos quiso.
Ví muchas veces a Mohamed Chukri en Tánger en varios de los veranos que anduve por allí… Chukri (1935-2003) era un marroquí rifeño, nacido cuando el norte de Marruecos era Protectorado español. Todo el mundo sabía que era un gran bebedor y que le gustaba ir de putas. Pero con los españoles –él con fama de huraño- solía ser muy amable. Conmigo lo fue en el Café de París. Yo empecé a hablar en francés (ignoro por qué, en Tánger una gran mayoría habla español) y me contestó con una frase de este estilo: Hablamos en español, hombre, si yo hablo igual que tú. En efecto –con acento moro- hablaba muy bien. Y francés también, pero escribía en árabe. Durante años fue el “maldito” por antonomasía de la literatura marroquí, pues la censura prohibió su novela “El pan desnudo” que se publicó primero en francés, luego en inglés y en español (traducida del árabe) en 1982. Ahora Cabaret Voltaire la saca de nuevo, en la última edición que Chukri revisó y con el título –al parecer más literal, si menos bonito- de “El pan a secas”. Como lo que quiere decir es que el protagonista (el propio Chukri, cuya infancia y adolescencia narra) sólo se alimenta de pan , en ocasiones, uno piensa –sin saber árabe- que como título (prescindo del discurso interior) “Pan desnudo” o “Sólo pan” serían títulos más atractivos, pero es una opinión. Si bien cuando salieron tanto la edición francesa como la española, Chukri vivía y aceptó ese título, “El pan desnudo”. Algunos dicen que a un vividor como él le darían igual tales quisicosas. Pero amigo de Bowles y de Genet (aunque los criticara) a Chukri le importaba obviamente la literatura.
Entre su pueblito, Tetuán (capital del Protectorado español), la Orán francesa y la cosmpolita e internacional Tánger ocurre esta novela autobiográfica, donde la crudeza de los marroquíes pobres queda al descubierto. Hambre (“éramos los niños de las basuras”) sexo con putas árabes y españolas- le gustan más las españolas- y alguna experiencia homosexual de puro salimiento con un muchachito de mejillas sonrosadas; robos, kifi, peleas (“mi padre era una bestia”) cárcel ocasional para padre e hijo, cárceles españolas, asistimos a la descripción de un mundo duro, sensual, casi salvaje en su necesidad, que nos quedaba muy próximo. Chukri cuenta el espanto, la lujuria, el vicio, la necesidad de sobrevivir en un estilo, a la vez, escueto, realista, pero lleno de una fuerza que sólo puede llamarse lírica. El libro es excelente, más allá de la corta polémica del título. Hay algún otro libro en español de Chukri (además del que hizo sobre Bowles, comentado hace poco) por ejemplo “Rostros, amores, maldiciones” –Debate- que resume muy bien el universo siempre algo marginal de aquel bohemio marroquí, excelente escritor, que aunque pasó miserias bajo el Protectorado español, siempre prefirió a los españoles, antes que el mundo dorado del Tánger internacional (que conoció y gozó muy bien) pero que nunca dejó de resultarle tan atrayente como frívolo. “El pan a secas”. Estupendo.
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