Decadencias
MÉXICO SE ESCRIBE CON JOTA
Incluso más que España, México suele pasar por un país fuertemente machista. Algunos se preguntan -y algunas- si todos los países no son al fondo bien machistas. Pero el caso es que estando uno en México se sorprende ahora mismo con la cantidad de
publicaciones que tratan o dirimen el tema de la homosexualidad masculina o femenina o los estudios de género. La cosa empezó a tomar vigor con un libro plural publicado hace unos diez años con el título “México se escribe con J”. Es bien sabido que los mexicanos pronuncian la jota pero escriben equis. Sin embargo “joto” -inicialmente muy despectivo- es el término que equivale a “marica” -se usa también- o si hemos de creer a Lorca (que ya lo testimonia en la “Oda a Walt Whitman”) equivaldría a “sarasa”: “Jotos de Méjico, sarasas de Cádiz, adelaidas de Portugal…” Ahora joto es menos ofensivo que ante porque las popias víctimas -como en otros lugares- desdramatizan la agresividad.
Estos días en México, me encuentro unos cuantos libros nuevos sobre el tema, dos de ellos publicados en la Universidad Veracruzana: “La cuestión del odio. Acercamientos interdisciplinarios a la homofobia en México”, coordinado por Héctor Domínguez-Ruvalcaba, y “Literatura mexicana de temática gay del siglo XIX al XX”, de un experto en la materia, el profesor y poeta León Guillermo Gutiérrez, que llega hasta el primer gay famoso entre los “Contemporáneos” -un equivalente a nuestro 27- Carlos Pellicer, y termina en una novela que fue emblemática para las salidas literarias del armario: “El vampiro de la colonia Roma” de Luis Zapata, editada en 1979 por primera vez. También se va más lejos o precisando más el foco, en “El clóset de cristal” de Braulio Peralta (Ediciones B) que dirime -según algunos no del todo bien, porque el autor se protagoniza en exceso- la vida homosexual, varia y rica, de un ensayista y cronista de ancha fama en México, muerto no hace muchos años, Carlos Monsiváis, que sobre su prestigio intelectual, fue además un notable activista por los
derechos “jotos”. Por otro lado la poesía de esos temas es bien representada por un poeta y prosista notable, como Juan Carlos Bautista, cuyo clásico “Cantar del Marraquech” (1993) se publicó el año pasado en España; autor además con su amigo Víctor Jaramillo, del documental “Chacales” (2001) que muestra la masculinidad llamativa que se avecina a las posibilidades homoeróticas. “Chacal” es la
apariencia física de un remacho o sietemachos natural. Pero se puede distinguir asimismo “mayate” (voz de origen náhuatl) que indica al hombre que puede tener relaciones con otros hombres, o la más corriente voz “chichifo” -con origen en el galanteador chichisbeo del siglo XVIII- que equivale a
nuestro chapero. Una pieza breve -por cierto gay- de nuestro querido Paco Nieva se titula “Viajar forma a la juventud”. El joven viajero aprende de todo, que la sensibilidad es grande y la vida rica. Igual todavía hoy -pese a la en general mala globalización- se aprende que los procesos de normalización sexual avanzan, y que el arte, los estudios desde campos diversos y por supuesto el
ensayismo, no pueden quedar -ni quedan- atrás ni ajenos. Así Salvador Novo, amigo de Lorca, que murió en olor de santidad heterodoxa: “Levántate la barriga, que me voy a quitar la dentadura.”
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