Decadencias
LITERATURA JAPONESA
Se oye decir (y no es incierto) que Japón vuelve a estar poderosamente de moda en Europa. Lo estuvo ya a fines del XIX, con los impresionistas y la estampa. Sabemos que buena parte de la cultura y animología japonesas vienen de China, pero el genio de Japón es transformar, hacer suyo lo ajeno. Así es que China aún nos parece un gran paquidermo dormido, mientras Japón nos engatusa, desde la cocina –las ciudades grandes de Europa están llenas de “sushi”- hasta pintores atrevidos como Sadao Hasegawa o Hideki Koh (máxima incorrección política) pasando, claro es, por la literatura. Por fin España puede también decir que está plenamente en la hora, porque se edita mucha literatura japonesa y –siguiendo un impulso que no tiene en general mucho más de treinta años- esos libros ya no se traducen del inglés o del francés –fue una fuerte carencia nuestra- sino del japonés y a menudo, en poesía singularmente, en ediciones bilingües. Entre los clásicos (la lista general sería abundosa en poco tiempo)Trotta ha publicado recientemente “La gran pacificación”, una crónica terrible y bella de las guerras hacia 1333 entre el sogún y los partidarios del emperador Godaigo. Guerras civiles y dos modelos de cultura, la nueva corte guerrera de Kamakura y el refinamiento de la vieja Kioto, la ciudad de casi todas las seducciones niponas. El profesor Carlos Rubio (uno de nuestros más activos niponólogos actuales) hace el sabio prólogo.
Y para demostrar que no toda la poesía japonesa es el haiku –tan casi abusado por la última poesía española- Hiperión, pionera en traducir del japonés, publica “Poemas amorosos del Manyooshuu”, bilingüe, selección y traducción de Teresa Herrero y JesúsMunárriz. El “Manyooshuu” –Hiperión ya sacó una amplia muestra del total hace años- es la primera gran antología de la poesía japonesa, con 4500 poemas escritos entre los siglos VII y VIII, que al lector occidental le parecen llenos de moderna sugestión, en el predominio de la imagen elíptica, con esa estrofa de cinco versos llamada “tanka”, que es como el soneto de la poesía en japonés, es decir, clasicismo depurado. El título de la antología parece algo ambiguo pero se opta por la traducción “Colección de las diez mil hojas”. Ahora, esta nueva selección, se centra en el amor y otra vez destaca la presencia de mujeres (no todo lo explica saber que muchos hombres doctos escribían en chino) como la Princesa Nukata o la muy refinada Dama Kasa. Abundan los nobles, pero también hay poetas anónimos y aparece mucho el propio compilador del conjunto, el notable Ootomo no Yakamochi. Aunque anónimo, parece claramente de una mujer –aunque en Japón lo homosexualidad masculina fue muy visible, incluso en poesía- esta “tanka” melancólica y hermosa: “No se ve el sol;/ mañanita nublada./ Bajo al jardín /de palacio y con pena/ ando por donde él iba.” El amor es sensualidad pero también pérdida o anhelo, pues estamos ante refinados poemas donde la añoranza y el pasar del tiempo y del mundo, lo impregnan casi todo. Otro poema ahora de Ootomo: “Un hombretón/ me suponía yo./ Y hay que ver cómo/ desmedro y me consumo/ porque no me haces caso.” Sí, todos ven paralelismos con la copla española. ¿Exótico Japón? Más cercano y apetecible que nunca, aunque el exotismo jamás sea malo.
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