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Decadencias

LECTURAS DE VERANO: “EN BUSCA DEL TIEMPO PERDIDO” de MARCEL PROUST

Dijimos que Joyce y Proust, tras una cena no íntima, regresaron juntos a sus respectivas casas en taxi, París 1922. Intrascendente charla sobre achaques. Proust murió en noviembre de ese año (en el que se había publicado “Ulises”) y Joyce acudió a su funeral.  Aunque estos pequeños detalles pudieran carecer de importancia, la tienen cuadernos-proustcuando se trata de dos genios distintos, pero –sin duda- los dos grandes renovadores y ensanchadores de la novela en el siglo XX.  Marcel Proust (1871-1922) fue un niño mimado parisino y un señorito enfermo de asma, homosexual, y que amó el esnobismo y la aristocracia por lo que él mismo denominaría “la poesía de los nombres”. Pero quien inicial y juvenilmente pareció sólo un dandy enmadrado y sin sustancia, se convirtió –luchando contra el tiempo- en uno de los más fascinantes novelistas de la historia. “En busca del tiempo perdido” (el propio Proust la comparó con una catedral) es lo más cercano que tenemos al concepto escurridizo defrase-a-veces-estamos-demasiado-dispuestos-a-creer-que-el-presente-es-el-unico-estado-posible-de-las-marcel-proust-126786“novela total”, que atrapa la vida y el tiempo, analizando como con microscopio el amor           –hetero y homosexual-, los celos, las parafilias, la vanidad o el sabor del habla popular, entre mil otras cosas… Cuando gracias a sus amistades y a sus papás, Proust publicó un curioso pero ligero primer libro, prologado por Anatole France, “Les plasirs et les jours” (Los placeres y los días) en 1896, nadie podía ni suponerse lo que llegaría a ser aquel titán, que visitaba un burdel masculino y deseaba a los jóvenes camareros del Ritz, cuando entrara en los hondos vericuetos de su libro gigantesco.proust

Gracias al obligado paréntesis editorial de la 1ª Guerra Mundial, Marcel pudo casi reinventar y ampliar su libro, que acabó aunque sin las últimas correcciones finales (los manuscritos son un auténtico embrollo) y que no vio editado en su totalidad. El primer tomo –“Por el lado de Swann”- se publicó a su costa en 1913, porque Gide (que se arrepentiría) lo rechazó para Gallimard. El segundo tomo, “A la sombra de las muchachas en flor” se publicó ya en la editorial deseada en 1919 y fue premio Goncourt. El éxito le iba llegando a Proust tarde y lento (aunque murió con 51   años) cuando ya apenas salía de su cuartito caldeado, no toleraba el perfume refinado de las visitantes ilustres, y carecía prácticamente de toda vida social. Su mundo era la tenaz escritura y alguna cena solitaria en el Ritz. “El lado de Guermantes” (o El mundo de Guermantes) de 1920, sería el tercer V1048_lgvolumen y el último que el autor vería, pues murió trabajando sin cesar en su libro. Quedaban cuatro tomos más que irían apareciendo hasta 1927 en que sale póstumo, “El tiempo recobrado”, espléndido broche final: Cuando uno acaba ese tomo, es justamente cuando empiezan las famosas primeras frases del lado de Swann: “Me he acostado temprano. Hace mucho.” Proust además de traducir a Ruskin, enamorarse de su chófer Agostinelli y sentirse fascinado por el conde Robert de Montesquiou –singularísimo personaje/poeta- escribió un ensayo de lo que sería “En busca del tiempo perdido”. Una novela, “Jean Santeuil”, que inició en 1895 pero que sólo vería la luz, muy póstuma, en 1952. Pero ese importante libro fallido, nos enseña que incluso en plena aparente frivolidad, un gran autor vive para sus libros. tumblr_na8piborsH1qzx74yo1_1280Imprescindible.el-tiempo-recobrado_en-busca-del-tiempo-perdido-vii_marcel-proust_libro-OAFI943


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