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La “Virgen de Agosto”.

(Este artículo se publica el jueves en El Norte de Castilla.)

Independientemente de lo que cada uno crea o no, con libertad, es bueno saber que fenómenos o hitos religiosos, muy a menudo, desde el paganismo grecorromano, y a veces antes, han pervivido, con las correspondientes modificaciones, en distintos tiempos, culturas y religiones. Por ejemplo hoy. El mundo católico y ortodoxo celebra la “Assumptio Beatae Mariae Virginis”, o sea, la Asunción de la Bienaventurada Virgen María. Recordemos que “asunción” (la Virgen es elevada a los cielos) no es lo mismo que “ascensión”, donde Cristo mismo se eleva al cielo. Siendo pues la fiesta de la Asunción –Asunta es idéntico nombre- la gente conoce este día como “la Virgen de Agosto” porque coincide con la plenitud del verano  – enseguida empezará a decaer- y con múltiples festividades de Vírgenes con distinto nombre en cada ciudad o pueblo. Paloma en Madrid, Begoña en Bilbao… No terminaríamos. Es una fiesta que une la visión de una María, protectora del campo, de la fertilidad, del amor y del parto feliz, con el triunfo de la madre de Dios. El 13 de agosto todo el mundo pagano (en el Imperio de Roma) celebraba una gran festividad consagrada a Diana “cazadora y además que bendecía a los hombres y mujeres con descendencia, y que concede a las futuras madres un parto feliz”- (James G. Frazer, “La rama dorada”). Esa Diana de Nemi –donde se inicia su culto, contaminado de Venus y Vesta- fue “la Diana de agosto”, una de las grandes festividades del mundo pagano que el cristianismo no lograba vencer. Entonces la Iglesia –muy hábil en estos sincretismos iniciales- con un levísimo cambio de fecha (del 13 al 15)  convirtió la festividad canicular de Diana –el gran festival de la diosa virgen- en el festival de la Asunción de la Santísima Virgen María. Seamos o no católicos, podemos y debemos saber que hoy recordamos también a Diana  con términos marianos que poseen asimismo origen pagano. “Stella matutina” ( o estrella de la mañana) era una alusión a Venus, similar a “Stella maris” o estrella del mar.

Es decir del culto a una Diana múltiple y virgen pasamos a la “epistrofé”       (o vuelta al cielo) de María, la madre virgen de Jesús. De ahí la pluralidad hoy de tantos cultos marianos que ni siquiera la Asunción (el principal) logra esconder. El mundo cristiano celebraba de antiguo la “dormición de María” (su muerte sin morir) para ser llevada por los ángeles al cielo, pero pese a la enorme antigüedad deeste culto y creencia entre los fieles, sólo el papa Pío XII, y en noviembre de 1950, declaró dogma de fe la Asunción de la Virgen. Hasta ese momento ¿cuántas “vírgenes de agosto”, con el nombre que fuese, no se habían celebrado ya?  Podemos gozar el culto mariano (en sus varias advocaciones) o el culto de esa también plural Diana, pero lo que no debemos olvidar es que –por algún profundo motivo relacionado con el campo y la felicidad- el día de hoy fue festejado por los habitantes de nuestras tierras desde mucho antes del cristianismo.


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