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EN LA MUERTE DE ROBERT SALADRIGAS

Mentiría si dijese que ahora estaba muy cerca de Robert Saladrigas (1940-2018) que ha muerto de cáncer. No sé si era o no independentista, aunque espero que no y cuando yo le traté (y mucho) en los años 80 y algo de los 90 del pasado siglo, el tema del nacionalismo le parecía zafio y del independentismo ni se hablaba. Además colaboraba -y yo también unos años- en las páginas de Cultura de “La Vanguardia” que era -entonces- como el “ABC” de Barcelona. Novelista, crítico literario, hombre muy cordial y culto y ocasional poeta, Saladrigas escribía en catalán pero también, incluso libros de crítica, en español. Como muchos escritores catalanes (unos lo reconocen y otros no) Saladrigas quería ser traducido enseguida al español y lo fue con mucha frecuencia, pero creo que un triunfo claro fuera de Cataluña no lo tuvo. Nos unió “La Vanguardia” y nos vimos muchas veces en aquella Barcelona de los 80 que era paz y concordia, frente a la hortera vulgaridad de hoy, entre pujoles y colaus que dios confunda… Recuerdo una comida con él, muy divertida, en que me llevó a un lugar especializado en arroz negro. Cuando -en 1984- se tradujo al español su novela, del año anterior, “Soc Emma” (Soy Emma) por la protagonista de Flaubert, me pidió que yo la presentara en una comida de Planeta -lo hice- donde tuvimos en la mesa al jefe, al viejo Lara que era un hombre sencillo pero encantador. Hay fotos de esa presentación. La relación con Saladrigas siguió estupenda hasta  que un día (1986) me contó que él tenía un único libro de poemas -de 1978-  titulado “Néixer de nou, cada dia” (Nacer cada día de nuevo) y que me lo iba a enviar. Lo hizo y lo tengo. La dedicatoria dice: “Para mi querido Luis Antonio de Villena, este libro, aparentemente “ambiguo” y que sin embargo considero coherente  con el resto de mi obra. Un fuerte abrazo, Robert. Barcelona, 1986.” Lo leí y le dije que era un libro raro pero bueno, y es más le animé a que lo tradujera él mismo. Yo se lo presentaría al amigo de Visor y le haría un prólogo.  Saladrigas quedó encantado y aunque se tomó su tiempo, un año largo después, como mucho, llegó a mis manos su propia versión al español del libro. Pero hubo un contratiempo, a Chus Visor, aquel libro no le gustó o pensó que Saladrigas no era una apuesta segura. Aunque, en apariencia, Robert Saladrigas aceptó el revés, creo que se molestó pues a partir de 1989, nuestras relaciones fueron cada vez a menos y terminaron desvanecidas. Por eso hacía muchos años que apenas nada sabía de él. Pese a su empeño, no fue de los catalanes que triunfaron fuera. Tengo un lejano y excelente recuerdo suyo, y sólo espero que se mantuviera ajeno al chusmerío actual que está destrozando su ciudad y su mundo. Adiós, querido Saladrigas.

(Aparte: Detesto el cambio horario, te estropea el día y a mi cada vez me trastorna más. Lo puso Franco en 1974, cuando aquella crisis del petróleo. Vamos de crisis en crisis. Espero que no haya más cambios horarios y que nos quedemos en el más solar y natural que es el que ahora llaman “de invierno”. No más cambio de hora.)


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