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La España pobre.

(Este artículo ha salido el viernes en todos los periódicos del grupo Promecal).

Hay quienes dicen (a mi ver con harto cinismo) que aunque en el pasado fue un gran Imperio, España siempre ha sido pobre, porque los poderosos de turno gastaban el oro de América en otras cosas; en defender al Papado, verbigracia… Basta hojear “El lararillo” o “La Celestina”. Gran literatura de un pueblo pobre, que también tenía lujo de magnates y poderosos. Pero hemos sido ricos veinte años y se nos ha olvidado todo. Y ahora, a velocidad de escándalo, estamos volviendo a ser pobres.

Creo sinceramente que esta pobreza galopante es la gran vergüenza de cualquier Gobierno. Un Gobierno que ve y sabe lo que le pasa a muchísima gente no podría dormir tranquilo. No tiene derecho. A mi se me caería la cara de vergüenza. A la asistenta de mi madre (que antes va a limpiar un colegio) le han dejado el trabajo de tres horas en una y media. Naturalmente cobra la mitad. La mujer, que nunca ha tenido de sobra, anda ahora desesperada. Yo recibo a diario, vía Internet, multitud de solicitaciones de ayuda de asociaciones de caridad civiles o religiosas –van aumentando las civiles- para dar de comer a nuevos menesterosos o impedir desalojos o deshaucios por impago de hipotecas, buena gente que se ha quedado sin trabajo y aun sin paro. Y por doquier –incluso en zonas céntricas- aparecen carteles en cartón y escritos a mano como el que vi anoche: “Se ofrece buena zurcidora a precios módicos”. Ahí hay dos pobres: quien tiene que mandar la chaqueta a remendar y la costurera que tiene que zurcir calcetines o poco menos… Se lo oí decir hace muy poco a mi madre de casi 89 años pero muy lúcida: “Ví todo esto en los años 40. Yo era joven pero me acuerdo muy bien. Fue espantoso. Creí que nunca más lo volvería a ver… Pero, fíjate, ahí está.”

Si el Ejecutivo de Rajoy no pone remedio rápido, puede hallarse con cosas muy malas. En la miseria se aguantan meses pero no años. Y aunque haya tanta gente domesticada, no es descartable –según vamos- un fuerte estallido social. Sin ideologías. Bastante ideología es el hambre y el no tener vivienda. El Gobierno debe ver y saber el inmenso dolor y lacerío que se trae entre manos y poner remedio como sea. No se puede volver a la eterna España pobre. Ni podemos llegar a la miseria que viven ya Portugal y Grecia. ¡Hagan algo, señores!


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