Decadencias
La Alejandría de Amenábar
“Ágora” (en griego “agorá”) es una palabra que, entre otros significados, viene a ser “mercado” o “plaza pública”. Sin duda Alejandro Amenábar eligió este título para su notable filme, por sus connotaciones antiguas, porque el gran público (de entrada) jamás habría oído hablar de Hipatia, matemática y neoplatónica, y porque según la tradición, las huestes salvajes de cristianos que la mataron (luego la despedazaron y fueron exhibiendo sus despojos) lo habrían hecho en el ágora de una Alejandría que en el año 415 –cuando es asesinada la filósofa- aún siendo una de las grandes urbes del Imperio de Oriente, ya no estaba en su esplendor. Una precisiones ayudarán a entender la película. De Hipatia (según otros textos “Hipacia”) sabemos muy poco. Sólo que daba clase de matemáticas y astronomía en su Alejandría natal, que era neoplatónica, que no era cristiana (aunque tuvo amigos y discípulos que sí lo eran) y que fue hija soltera del matemático Terón. No hay certeza de su edad, pero cuando el siglo XIX laico descubrió la existencia de “mártires paganos” (algo que echaba por tierra la beatífica y corderil imagen de los cristianos) gustó pintar a la filósofa asesinada como una mujer joven y atractiva, pionera del feminismo y de las libertades de la mujer, frente a las intolerantes religiones semíticas. Así en el lienzo del inglés Charles William Mitchell, de 1885, Hipatia, aparece desnuda y joven, atractiva, tapándose con su larga y rubia cabellera, presumiblemente al borde de morir. Mucho más sabemos de su discípulo cristiano (pero tolerante) Sinesio de Cirene que llegó a obispo de Ptolemaida y del que se conservan cartas y algunos tratados, entre ellos un curioso “Elogio de la calvicie”. La película de Amenábar (anticristiana por antiintolerante) deja en buen lugar a Sinesio e inventa una novelesca trama de amor lejano entre el esclavo Davo y su ama Hipatia. Y pone la célebre anécdota antigua del paño con la menstruación de la filósofa, frente al que sería prefecto de la ciudad –y antes alumno suyo- Orestes: “¿De esto te has enamorado”, le dice enseñando la sangre del ciclo. Difícil tachar de impura a Hipatia. Para el brutal obispo Cirilo (hoy santo y doctor de la Iglesia) presunto instigador del espantoso asesinato de Hipatia, esta –estamos casi en la Edad Media- sería una “bruja”. Y este es uno de los matices más bellos y no explícitos de la película: Mientras que al inicio domina aún la imagen pagana de la grecoegipcia Alejandría, hay un aire y una belleza que se van perdiendo según avanza la dominación cristiana. Es como si un viento desértico hubiera entrado en un jardín. La destrucción del Serapeum por los cristianos ocurrió en 391, más de veinte años antes de la muerte de Hipatia. Y aunque, en efecto, el Serapeum contaba con una buena biblioteca (destruida entonces) esa no era la famosa Biblioteca de Alejandría, que por aquel entonces estaba ya muy mermada, aunque no eran el mismo edificio. En cuanto a Serapis (Osiris-Apis) era una divinidad sincrética grecoegipcia que adoptaba la imagen de Zeus. Aunque en Alejandría estaba el centro de su culto, este llegó a extenderse por buena parte del Imperio. “Ágora” de Amenábar pone el cine español en alto nivel respecto al género histórico (con “Alatriste”) y es un magnífico alegato en pro de la libertad individual.
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