Decadencias
Juan Goytisolo, poeta.
Alguna vez hemos hablado de la siempre un tanto oculta poesía de los novelistas o narradores. Por no ir a casos extranjeros como Faulkner –cuyo primer libro fue de poesía- o Nabokov, podemos recordar a Carmen Martín Gaite o a Juan Hortelano (de la misma generación que nuestro autor) que publicaron dos libros de poesía cada uno, al menos. O Álvaro Pombo, que asimismo se inició como poeta (y ha seguido siéndolo) aunque todo el mundo lo conozca como narrador… Hay quien dice que la poesía de los narradores raramente está a la altura de su prosa –habría mucho en que razonar- y otros achacan que se vea menos a que, tristemente, la poesía se vé casi siempre menos que la prosa. Es el caso que Juan Goytisolo a sus 81 años, bien cuidados, ha publicado un pequeño librito de versos, “Ardores, cenizas, desmemoria” (Editorial Salto de Página) que al ser sólo nueve poemas más el prólogo explicativo del autor, para poderse editar como libro, incluye la traducción de los textos al catalán, al portugués y al vasco…
Me es grato recordar, porque fue amigo, que el hermano mayor de Juan, José Agustín Goytisolo, fue uno de los poetas más conocidos de la “Generación del 50”, pero sé que literariamente no tienen nada que ver. Juan dice en su prólogo que estos nueve poemas (se negó en rotundo a intentar añadir alguno más) surgieron en el otoño de 2010 al hilo de paseos o lecturas , “su afloración fue imprevista.” Juan recuerda, también, que desde “Reivindicación del conde Don Julián”, hace ya no pocos años, su prosa ha querido voluntariamente contaminarse de lirismo o sesgos poéticos. Y es verdad, lo que no debe llevar a ocultar –puesto que tampoco es el único moderno con predilección por la prosa lírica- que su resultado no es exactamente un poema. Por tanto tenemos nueve buenos poemas que tienen que ver con las partes del título: “Ardores” (poemas de cierto trasfondo erótico), “Cenizas” (el tiempo que todo extingue o separa) y “Desmemoria” -cinco poemas- que tienen que ver con los enigmas del mundo , el ser y la caducidad. No sé si será mucho decir que estamos ante un buen libro de poemas –tan corto- cuyo lenguaje sobrio e intenso (con una cita de “La Celestina”) delata de inmediato a Juan Goytisolo. ¿Quién hubiera hecho un poema tan atinado y suyo como este? : “Al admirar tu cuerpo,/ recio el calzón de los membrudos,/ lamento el extravío/ en la ficción del tiempo./ Imposible acogerse/ al pecho hircino/ y al vigor de tus brazos./ El abismo de un siglo nos separa./ Mas tu borrosa estampa,/ al hilo de los años,/ impugna/ lo efímero mezquino/ y me concede,/ don del espejismo, / tu plenitud recobrada.” Notable poema, sin duda. Para quien dude “hircino” (que no esta en el DRAE) debe significar con olor a macho cabrío. Pues “hirco” –del latín “hircus”- es macho cabrío y María Moliner atestigua “hircismo” como olor a sobaquina. Como vemos nuestro Juan cuida también la sana heterodoxia con el lenguaje. Así sea.
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