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JAVIER ÁVILA Y LA NOVELA “POLVO” DE UN PUERTORRIQUEÑO

Creo que conocí a Javier Ávila en mi segundo viaje a Puerto Rico (en compañía entonces de Paco Brines) creo que en 2005. Entonces era un joven atractivo e inteligente de unos 30 años. A mí me pareció un mulato claro, pero le he oído decir entrevistado en una televisión en español de EEUU que en Puerto Rico a él lo tenían por blanco -obvio no es negro- y que sólo al irse a vivir a Pensilvania, aprendió a que lo consideraran “distinto”. La literatura de Puerto Rico -mal conocida a menudo- es básica por no decir totalmente literatura en español: No acudamos al gran Palés Matos o a Julia de Burgos. Más cerca cito otros nombres como el fallecido Manuel Ramos Otero, o de buenos amigos y notables poetas: Martínez Maldonado, José Luis Vega o Hjalmar Flax . Lo curioso de Javier Ávila siendo tan plenamente boricua, es que casado con una norteamericana y profesor de inglés, además, si habla inglés lo hace con un perfecto acento norteamericano. Hasta ahora, ha escrito novelas de éxito en inglés  “Different” (2001) -que me gustó mucho- o “Professor in ruins”, y libros de poesía en español abundantemente premiados, “La simetría del tiempo”, “Criatura del olvido” (2007) o “El papel del difunto” (2010) entre otros. Ahora acaba de publicar (en medio de su espectáculo escénico) su primera novela en español “Polvo”  -valen las dos acepciones del término-  publicada por Libros AC. Javier Ávila (gran defensor de lo latino, de lo hispano) en ese aludido espectáculo, bilíngüe, que él mismo dice y escribe,  “The Trouble with my name”  (El problema o la dificultad de mi nombre) habla sobre la experiencia creciente de ser latino en Estados Unidos y cómo pronunciar bien “Javier Ávila”. Algo, me parece, muy contra el marcado antihispanismo del hortera y vulgar presidente Trump, un payaso con mando en plaza… A Javier Ávila se debe esta frase que gana intensidad en inglés: “¿Llevas veinte años en EEUU y todavía no hablas español?” Pero vayamos a “Polvo”, una novela sencilla, compleja y magnífica. La vida del puertorriqueño Vicente Acevedo, mujeriego -mucho- traductor y buena persona que al final comete un crimen de justicia. La novela (entre Pensilvania y Puerto Rico, Bayamón) no sólo cautiva, capta la atención, sino que nos lleva a muchos puntos complejos. Una novela que sin duda tendría éxito entre nosotros. En cualquier caso, baste este apunte laudatorio, para que no olvide un nombre que crece: Javier Ávila. Sin problemas con su nombre.


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