Imagen de artículos de LAdeV

Ver todos los artículos


Japonismo y similares

Cuando el advenimiento de la llamada “Era Meiji” (1868) abrió definitivamente Japón a Occidente, este ya había experimentado curiosidad tanto por China como por Japón; pero ese interés, lógicamente, se incrementaría, aunque algunas veces la “chinoiserie” (la chinería) y la “japonerie” (japonería) se mezclaron un tanto. Respondía a una fuerte moda que llegaba desde la ropa a los objetos decorativos, si bien Japón llevó la delantera porque era, entonces, un país que se había adelantado al vetusto Celeste Imperio…  La Caixa de Madrid presenta este otoño una interesante exposición  “Japonismo. La fascinación por el arte japonés”, que había empezado por las famosas estampas de Hiroshige o de Hokusai, pero que llegaba hasta las telas, kimonos, abanicos, y cualquier cosa que diera ese buscado color oriental.  El tema no está todo lo estudiado que debiera (porque a menudo el estudioso tiene que deslindar el elemento chino) pero en cualquier caso es un logro…

“Japonismo” es un término más exacto pues pretende prescindir del lado algo tópico o frívolo de la mera “japonería”. “Japonismo” (japonisme) es una palabra francesa que inventó el crítico Philippe Burty en 1876, precisamente para recalcar la separación que he dicho. En Europa fueron los pintores académicos, orientalistas (del Medio Oriente) o los que trabajaban escenas de sociedad o costumbristas con un pincel cada vez más moderno, los que tienen “japonismo” aunque en ninguno llegue a ser el tema dominante. En general la crítica se ha fijado más en la influencia de la estampa japonesa en Van Gogh, que la exhibe en “Le père Tanguy” o copia “El puente de Atake” de Hiroshige en su “Pont sous la pluie”,  o en las trazas de estilo japonés que pudieron quedar (menos visibles) en Matisse o en Picasso.  Sin embargo el japonismo directo, aparece en el francés  James Tissot  (1836-1902) que en medio de cientos de cuadros de sociedad pinta “Dama joven mostrando objetosjaponeses” o “Japonesa en el baño”, ambos de la década de 1880, aunque las señoras vestidas de japonesas –más o menos- sean plenamente europeas. También hizo de todo ( y muy bien) el gran James McNeill Whistler (1834-1903) pero su gran lienzo “japonista” de 1864 es “Rosa y plata. Princesa del país de porcelana”, que otra vez, no es sino una europea con atuendos nipones. En España habría que descubrir la obra enorme y muy variada de un discípulo de  Madrazo, el madrileño José Villegas (1844-1921) -amigo de Fortuny, al que retrató- y que tiene una perfecta japonería en “Juegos orientales” (1880), aunque de nueva sea una mujer tumbada vistiendo un kimono.  Sin duda (no por la cantidad sino por la calidad) el mejor japonista español es Mariano Fortuny y Marsal (1858-1874) especialmente en su espléndido lienzo de 1874 –el mismo año de su muerte en Roma- “Los hijos del artista en el salón japonés”, en el que la japonería esencial la dan las telas de la pared. Como avisé queda mucho por ver. Y sobre todo cómo la japonería (de otro modo) entró en el siglo XX, también en el “art deco”. En cualquier caso, el gran Fortuny y mucha curiosidad, incluyendo al no redescubierto Villegas. Vean.


¿Te gustó el artículo?

¿Te gusta la página?