IGOR (Poema inédito)
Es obvio que siempre me deslumbra verlo, como me deslumbraba
su radiante sonrisa, sus luces y aura de iluminado y escogido por la
vida y por la muerte también, joven, muy joven, como la de quienes
aman los dioses o siguen esa estela surrealista de la juventud, la
rapidez y el cadáver hermoso… Era fascinante verlo, sentirlo seducir
y coquetear con cierta levedad por encima de todo; yo siempre esperaba
más, pero lo suyo era mostrarse, exhibirse, posar, darte su retrato
o pedirte que le extendieras la crema solar por piernas y muslos…
¡Maravilloso, idílico muchacho, tan perfecto, irrepetible! Pero hace
ya más de quince años que murió y no hizo nada sino ser y mostrarse,
así es que todos dirán que es bello, mas ¿quién era o fue, aquí, dónde?
Nadie lo conocerá y cuando nosotros no estemos –pues aún somos él-
ya no será nadie en absoluto, polvo, nada, vaciedad, olvido completo…
Siento pena por este muchacho que fue luz y diamante, pero sé que
su olvido abrirá las puertas de otros, pues la Belleza es una teoría
permanente. Y así esta foto se volverá anónima y pronto podrá ser
cualquier nombre, cualquier hermoso del mundo, volador por encima
de la vida e Igor no habrá muerto pues será la misma sed de sus
semejantes. Es bueno al fin que nada quede, pues queda todo, y a
esta espléndida armonía floral y carnal a la que llegamos a poner nombre,
será el nombre de miles, de todos los fascinadores del mundo, continuos,
que siguen agitando la melena, sonriendo como el sol y ofreciendo
sin ofrecer esa desnudez preciosa y plural. No murió. Sigue. Es mi
recuerdo, el tuyo, los amantes y deseados de cuantos hemos buscado
con ansia y hechizo ese iluminado reino que no está en parte alguna
pero que ellos encienden de sándalos y labios y culos irredentos…
No, nunca desaparece la maravilla. Muda y es la misma. Óscar, Muri, Lito…
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