GRANDE PESSOA Y EL REY SEBASTIÁN
¿Cómo vamos a saber qué o cuándo fue la batalla de Alcazarquivir en lo que hoy es Marruecos? Pero sí sabemos quién fue Fernando Pessoa. Lo que ocurre, y no por casualidad, es que batalla y personaje andan muy parejados. Don Sebastián, casi un muchacho, fue rey de Portugal, el último de la dinastía de Avis. ¡La verdad es que nos suenan muy poco las tan vecinas cosas lusitanas! Este rubiáceo don Sebastián, concibió hacia 1577 la muy insensata idea de una suerte de cruzada contra el infiel en tierra magrebí. Y allá desplazó un notable ejército que el mismo guiaba. Felipe II (rey de España y tío de este Sebastián) ayudó con una cohorte española, en la que figuraba el muy notable poeta Francisco de Aldana. La batalla de Alcazarquivir, en 1578, se saldó con una terrible derrota lusitana. El rey don Sebastián murió -y además no se halló su cadáver- y también falleció nuestro poeta Aldana. Esta debacle tuvo dos consecuencias singulares: como Sebastián no tenía hijos, Felipe II (hijo de una princesa portuguesa) pudo terminar proclamándose rey de Portugal y de su Imperio ultramarino, y así España y Portugal unidas (casi un siglo)
convierten a los Austrias españoles en los monarcas más poderosos del orbe. Desde el lado portugués surge sin embargo “el sebastianismo”, fundado inicialmente en las coplas de un raro poeta apodado Bandarra. La idea es básica: un día futuro el desaparecido Sebastián retornará a Portugal y ahí nacerá el Quinto Imperio, cuando esa su Lusitania vuelva a ser la más poderosa nación de la tierra, no exenta de ribetes místicos. Alguien ha dicho -empecemos a atar cabos- que “Mensagem” (1934) -Mensaje, en la nueva traducción bilingüe de Manuel Moya que
Visor edita- es una obra “mítico patriótica” y desde luego no le falta razón. El libro de poemas (el único que Pessoa publicó en vida, murió en 1935) iba a titularse de inicio “Portugal”, pero Pessoa optó por el título menos obvio pero más en consonancia con el sebastianismo que canta y expone, de “Mensaje”.
Pessoa (ya en el Portugal fascistoide de Oliveira Salazar) canta la gloria futura de Portugal y su destino único. Defiende incluso a Sidónio País -en un poema del ciclo de esta obra- “A la memoria del presidente-rey Sidónio País”. Militar y político, Sidónio Páis fue presidente de la reciente república portuguesa, tras un golpe de estado en 1917, y durante su año de mandato se comportó casi en rey absoluto, como dictador y desoyendo las leyes del Congreso. Digamos la verdad, leyendo este libro más que curioso, muy altamente lusitano y no creo en absoluto de lo mejor que Pessoa escribiera, parece uno hallarse con “otro” Pessoa más. Un autor patriótico y casi filofascista a favor siempre de la grandeza y las glorias de un Portugal futuro. Alabanzas a Sidónio País, ni una leve crítica a Salazar, y una rendición maravillada ante el mito del sebastianismo -del “Encubierto”- y del Quinto Imperio consiguiente. Pone en boca de Don Sebastián: “¡Qué importa el arenal y la muerte y la desventura/ si con Dios me guardé ¡/Y es Lo que yo soñé que siendo
eterno/ es Ese que regresaré.” Y en otro poema (y este ya es el propio Pessoa quien habla) “Cumplido el Mar, se descompuso el Imperio./ ¡Señor, falta por cumplirse Portugal!” Sin duda es un libro singular “Mensaje” (con una “Guía de lectura” del traductor al final, que explica reyes y gentes del universo comentado) muy para devotos o curiosos lusitanistas. Pero, te preguntas, y Ricardo Reis -que era monárquico- y ese atrevido y espléndido Álvaro de Campos, acaso el heterónimo mejor, ¿dónde están?
Se dice y se repite la pluralidad intrínseca a Fernando Pessoa y a sus heterónimos: el sencillo Caiero, el refinado Reis, el avanzado Campos, el desasosegado Soares, entre otros… Entre toda esa magnificencia lírica o en prosa, resulta que el ortónimo Pessoa, suele ser el menos interesante. A menudo un delicado y algo desdibujado poeta simbolista (incluso en inglés) que al tocar los mitos patrios, se torna un poeta con exaltada conciencia histórica, y en un defensor de un Portugal futuro, adornado de misticismo, que será la primera potencia del mundo. No, no es el poeta que uno prefiere. Pero todo “Mensaje” es peculiar suntuosidad sibilina. Y Sebastián joven brilla a lo lejos. Otro Pessoa.
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