Imagen de artículos de LAdeV

Ver todos los artículos


Decadencias

Flor y acero en Mishima

Pese al cercano fenómeno Murakami o a las obras de Kenzaburo Ooe o del prestigioso y refinado Yasunari Kawabata (que fue su maestro) Yukio Mishima (1925-1970) sigue siendo el autor japonés más conocido en Occidente. Algún estudioso llega a decir que si hay dos nombres de la cultura nipona que, sin duda alguna, podamos decir que han llegado plenamente a Occidente, tendríamos que pronunciar “haiku” y “Yukio Mishima”, autor al que su extravagancia y terrible muerte por honor, el “seppuku” o eventración, han convertido en un mito o en una leyenda, donde los tormentos refinados de un Tennessee Williams, digamos, se mezclan con la mejor tradición samurái. Pero, claro es, sin olvidar lo más importante: fuera o no un histrión, Mishima fue, por encima de todo, un novelista y autor dramático excepcional que escribió una obra ingente, desde el registro más popular hasta el más refinado. Casi a la vez aparecen dos novelas importantes del primer Mishima que no conocíamos en español: “Los años verdes” (Cátedra) de 1950, una novela apenas conocida fuera del Japón, en un año en que el autor publicó otras dos, una de ellas –“Sed de amor”- entre su producción más notable, y “El color prohibido” (Alianza) que refleja algo muy atrevido para el momento: la vida homosexual de Tokio en la posguerra y el amor de un escritor culto y sexagenario, por un joven gay, Yuichi, que es el prototipo (caro a Mishima) del muchacho hermoso con una singular atracción por la destrucción y la muerte. Belleza y muerte –bueno es repetirlo- son hitos en la obra de un escritor lleno de contradicciones creativas. Enrraízado profundamente en el Japón tradicional, Mishima amaba Grecia y podía pasar por uno de los escritores japoneses más occidentalizados. Se hace fotografiar (semidesnudo) imitando al “San Sebastián” de Guido Reni, que había obsesionado su adolescencia, pero también se fotografía en la nieve luciendo su cuerpo gimnástico y con una katana, la espada tradicional del samurái. Casado y con hijos, Mishima siente la contínua atracción de la homosexualidad guerrera, de la vida marcial entre camaradas más jóvenes, al final, como un requisito para salvar “el espíritu del Japón” que juzga herido de muerte por la occidentalización, se suicida junto a su amigo… Si “Los años verdes” nos presenta (basada en un hecho real) el clima del Japón de posguerra en el afán de hacer dinero, creo que resultará más interesante “El color prohibido” con su profundización en las claves más íntimas del escritor, repartido entre los sentimientos del joven hermoso y los del escritor Shunsuké, lleno de amor y de misoginia. Mishima protagonizó películas haciendo de gánster, publicó el libro de fotos que he mencionado con el título de “Torturado por las rosas” y en una película que dirigió él mismo (“El rito del amor y de la muerte”) finge con gran realismo hacerse el “seppuku” ante la cámara, como un joven teniente se lo hizo pocos años antes de la Guerra Mundial. Esteta ante todo, profundo, muy hondamente budista y nihilista, lleno de sensualidad e impulsos tanáticos, Mishima es uno de esos grandes clásicos que nunca deja de sorprendernos, aunque debamos unir y separar (a la vez) su obra enorme y su vida desmedida. Por cierto, ¿porqué no reeditar la biografía canónica que le dedicara John Nathan? Vale la pena.


¿Te gustó el artículo?

¿Te gusta la página?