Decadencias
¿FABRICARON AL GRAN PESSOA?
El libro se titula “El rinoceronte y el poeta” (Alianza Literaria) y es obra de un narrador asturiano, Miguel Barrero-1980- que hace años me hizo llegar una novela de título sugerente, “Los últimos días de Michi Panero”. Este nuevo libro cambia mucho de tercio. Habla de Portugal, del amor a Portugal, su literatura y su historia algo melancólica (le auguro inmediata traducción) y del célebre mito del “sebastianismo”, es decir el retorno del joven rey Don Sebastián -sobrino de Felipe II- muerto en la absurda batalla de Alcazarquivir, junto a nuestro gran poeta Aldana, y que según las profecías en coplas de Bandarra, volvería un día para crear el “Quinto Imperio” y devolver la grandeza y el esplendor perdidos a la fértil Lusitania. El tema cautivó siempre a Fernando Pessoa y a él dedica el único
libro que publicó en vida, “Mensagem” de 1934. Pero el libro de nuestro joven y buen prosista asturiano (aviso, se trata de un texto muy ameno) comienza con la llegada a Lisboa en 1515 de un exótico y brutal rinoceronte -el primero que viene a Europa, Felipe II hizo traer otro poco después- que presumiblemente sirvió para el célebre dibujo del grande Durero.
El libro de Barrero nos presenta a un triste pero noble profesor español, experto en Pessoa y muy enamorado de Portugal (viaja allá, al menos una vez al año) que, en esta ocasión es reclamado por su colega y amigo, expertísimo en Pessoa, el profesor Gonçalves. El profesor portugués -atendido por una vieja criada- está enfermo y se sabe herido de muerte, pero quiere confesarle a su amigo español, en Lisboa, un último y terrible secreto: El verdadero Fernando Pessoa fue un vulgar y regular poeta que recorría dipsómano la Baixa. De ese personaje sólo se toman los datos externos. En verdad, el gran Fernando Pessoa, el de los ricos y plurales heterónimos, iniciados con Alberto Caiero, es un invento de un grupo de notables poetas portugueses de inicios del siglo XX que desearon devolver a un Portugal saudadoso y decaído luego con la dictadura de Oliveira Salazar, el interés, la pasión, el fuego, por el mito positivo del “Quinto
Imperio”. Que lo lograron queda palmariamente demostrado no sólo por la gran obra de Pessoa (uno de los poetas fundamentales del siglo XX) sino porque, a la postre, Pessoa yace enterrado en el notable monasterio de Los Jerónimos, enfrente del otro gran poeta de Portugal -que escribió también en español- el gran Luis de Camoens, autor de “Os Lusíadas” y que según los expertos sólo simbólicamente estaría enterrado en Los Jerónimos, porque su ajetreado cuerpo real habría desaparecido. Peo lo notable es: Fernando Pessoa poeta no existió. Existieron quienes lo fabricaron. Sólo se apuntan algunos nombres. La novela de Barrero (pues eso es) resulta tan atractiva como recomendable.
¿Te gustó el artículo?
¿Te gusta la página?