En la muerte de Ricardo Defarges, poeta.
Era Ricardo Defarges hombre grandón, de voz y casi timidez infantil. Pero no nos equivoquemos, hablamos de alguien de gran cultura, que vivió bien, viajó mucho y llevó su homosexualidad con gran discreción. Nada le avergonzaba pero no quería la voz pública. En realidad, era un gran solitario y como en sus últimos años, imposibilitado, vivía en un piso alto de Madrid sin apenas salir, atendido por dos personas (leía y veía cine como entretenimiento) murió casi solo.
Ricardo Defarges Ibáñez nació en Barcelona el 18 de marzo de 1933 de padre francés y como él dice en una nota biográfica de “madre española no catalana”. Pasó parte de nuestra guerra en un pueblecito de la Dordoña francesa y volvió luego a Barcelona a estudiar en el Liceo francés. Desde 1945 vivió en Valencia -de allí son muchos de sus más antiguos amigos, Jacobo Muñoz o Paco Brines- y allí terminó el Bachillerato y estudió Derecho. Después de 1958 llega a Madrid, donde estudia por libre Filosofía en la Complutense. De entonces datan sus escarceos en el mundillo literario -que no le gusta- y su amistad con Vicente Aleixandre, al que llamará “genial poeta y confesor de poetas”. Empieza a saberse su vocación poética cuando gana en 1963 el accésit del premio Adonáis con su libro “El arbusto”. Toda su primera poesía -para algunos la mejor- se mueve en una poética interior , de la soledad, las sombras, la penumbra, con fuerte calado lírico. Hasta 1974 no volvió a salir otro libro de Defarges, una “Poesía 1956-1973” que editó Ínsula (en momento vitalmente malo para el autor) con prólogo de Brines. Allí están (además de “El arbusto”) unos “Primeros poemas” y un libro nuevo, “La Libertad”.Conocí a Defarges apenas un año después de la mano de Brines y Carlos Bousoño. Aunque venía mucho a Madrid, Defarges vivía desde 1968 en Barcelona como agente de cambio y bolsa. Su nivel de vida era bueno, alto, aunque él fuera una persona humilde, discreta. Por ese tiempo dio la vuelta al mundo. En 1983 se instaló definitivamente en Madrid, todavía como agente de cambio y bolsa. Él mismo cuenta: “Al perder la carrera como consecuencia de la Ley del Mercado de Valores de 1989, me transformé en notario de Fuenlabrada, donde me jubilé en 2003”. El Bardo había publicado en 1985 una “Antología poética”, suya, y nuevos libros -más narrativos, más culturalistas, siempre refinados- en Pre-Textos como “Con la luz que declina” (1991) o “A cuenta de la noche”. Su obra final está en Renacimiento : “La cima vieja” (2008) y “Muere al nacer el Día” de 2010. Su último libro editado (parece que ha dejado un inédito) es “Este don a la muerte. Antología poética 1960- 2011” en Renacimiento asimismo. Tiene un libro de pequeños ensayos, “desde mis lecturas” (2005) y traducciones dispersas. Creo que dos de sus poetas favoritos fueron siempre Luis Cernuda y el inglés A. E. Housman, con quien no deja de tener afinidades.
Defarges era un hombre cordial y hondo. aunque no siempre fácil de trato. Era muy singular, muy propio-. Murió en Madrid el 23 de julio de 2013, tan habituado a la soledad, que sólo ahora nos hemos enterado.
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