EL PALACIO REAL DE MADRID
La visita que hice a la exposición “De Caravaggio a Bernini” que muestra las muchas obras italianas que desde antiguo –dadas las muy cercanas relaciones- se guardan en colecciones regias y se han mostrado en el Palacio Real de Madrid y pronto en varios otros lugares como el Palacio de la Virreina en Barcelona (esa exposición que muestra limpio y renovado “Salomé con la cabeza del Bautista” de Caravaggio) me volvió a recordar que un Estado que tiene un inmenso patrimonio de historia y arte, no puede suponer que ese arte sea sólo el de los museos –con ser tan importante-no, todo ese patrimonio abarca también edificios civiles o religiosos, palacios, ruinas ilustres o catedrales; y uno de los más notables edificios de ese patrimonio es mal conocido incluso por quienes viven en Madrid, me refiero al Palacio Real, habitado por los monarcas españoles desde Carlos III hasta Alfonso XIII, inclusive.En ese aspecto hoy sólo se utiliza para ceremonias de Estado, pero muchos ignoran la belleza del propio edificio dieciochesco y las muchas excelencias que contiene…
El Palacio ocupa el lugar donde estuvo (desde fines del siglo XVI) el viejo Alcázar de los Austrias, destruido por un incendio en 1734, pero del que se salvaron bastantes objetos. El palacio fue mandado construir por Felipe V, dicen que influido por su esposa italiana Isabel de Farnesio, y se encargó a Filippo Juvara, considerado el gran maestro del barroco italiano, aunque a su muerte lo continuaron Sachetti y Francesco Sabatini, el favorito de Carlos III que ya habitó el edificio cuando se terminaba. Aunque dedicado a ensalzar las glorias de la Monarquía Hispánica –los techos inmensos de Corrado Giaquinto- el palacio rebosa italianismo. Su construcción es rara, pues se asienta en una quebrada, por lo que es muy imponente desde los jardines del Campo del Moro y más accesible desde las fachadas de la calle Bailén, aunque siempre suntuoso. Es famosa la escalera principal con los frescos de Tiepolo –se trata del Palacio Real más grande de Europa- y destacan salas ornamentadísimas como el Salón del Trono con los cuatro leones en bronce dorado esculpidos en 1651 en el taller romano de Matteo Bonicelli y encargados para el antiguo Alcázar o el Salón de las Columnas con la copia dieciochesca de “Carlos V venciendo al Furor”, original de Leone Leoni, en el Prado. Claro que además del esplendor arquitectónico u ornamental (El Gabinete de Porcelana, las mesas de las Esfinges) hay cuadros de Caravaggio, de Goya, de Maella, de Rigaud y los frescos de Mengs, Sabatini o Bayeu… La Armería cuenta con piezas notabilísimas como la rodela de Carlos V, llamada “Medusa” obra de Francesco Negroli, el casco o borgoñota que la acompaña y una espada nazarí que usó el cardenal-infante Fernando de Austria, entre muchas notables armaduras… La enumeración ni puede ni debe ser exhaustiva. Baste decir que el arte no está sólo en las catedrales de Toledo o de Girona -entre tantas- sino en estos palacios borbónicos algo alejados del público al inicio (La Granja, Aranjuez…) porque la familia real los usó como morada hasta la República de 1931. Creo que no viene mal el recuerdo y la visita a tanto esplendor, muy bien conservado.
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